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martes, 14 de enero de 2014

MUFFINS POSTNAVIDAD DE MANZANA Y NUECES.

Bueno. Ya está hecho. Publico una receta sana, sin grasa...¡Oh, cielos! ¿Qué me ha pasado? ¿Estoy enferma o me he pegado con una cornisa? No, hijos míos. Lo que estoy es hecha un cojín humano. De esos grandecitos, para el sofá. He tenido una Navidad gastronómicamente intensa, y una se tiene ya que moderar un poco. A pesar de mi innato optimismo,  llegó el momento en que me probé unos pantalones que me hicieron reflexionar -incómodamente- sobre lo ingrato de la condición humana, que ha de pagar siempre,de algún modo, por sus placeres... Por otra parte, seamos un poco realistas, no podemos vivir de mantequillazas, ni de mascarpones, ni de azúcares. Ni siquiera de chocolate. Tengo, además, el atrevimiento de asegurar que estos muffins salen muy buenos y jugosos. Porque ponerte un poco a comer bien no tiene porqué implicar platos tristes y sinsorgones. Se puede, y se debe, hacer cosas buenas, y perder peso con alegría. Me vuelvo a acordar, como tantas veces, de mi madre. Siempre, siempre, estaba a dieta. Terminábamos de comer  los demás y la veía en la cocina, sola, frente a un plato de pescado cocido y unas verduras paliduchas, acuosas...
- Mamá, ¿qué comes?- le preguntaba.
- Pues verdura, nena- me contestaba, con la mirada perdida y voz de amargura infinita.
- Pero eso ¿está bueno?
- ¿Bueno?  Está asqueroso, como no te puedes imaginar.
- Y... no sé, ¿no le puedes poner algo, hacerle algo, para que esté menos...menos...?
- Noooo, hija. Porque entonces, engorda.
Observad el pensamiento: si está bueno, engorda. Pasé años relacionando la verdura, con lo sabrosa que puede estar, con tristeza. Qué desperdicio.
Esta receta está inspirada en la del bizcocho Dukan pero, sin falsa modestia, diré que tiene algo más de gracia. Oh, sí, hice la Dukan. Hace un par de años. Y sí, funciona. Tuve que arreglarme toda la ropa, me sentía ligera y feliz, pero llegó un día en que me miré y me dije: pues te has quedado hecha una birria, hija. Porque donde tiene que tener una según qué cosas, pues no había nada. O nada destacable.  Me quedé en la mitad de mi ser... Desde entonces, he vuelto a mi ser, y a tres cuartos más: cuando yo me pongo a arreglar las cosas, las arreglo, pero bien. Lo cierto es que hay que cuidarse, pero sin caer en obsesiones. Podemos perfectamente estar estupendos con unos kilos de más. Aunque sea provisional... (Injustificado rapto de optimismo)
Ingredientes:
- Seis cucharadas de salvado de avena
- Seis cucharadas de salvado de trigo.
- Un sobrecito de levadura.
- Tres huevos.
- Cuatro cucharadas apañadas de queso batido 0%. Lo venden en el Mercadona. O de yogur desnatado espeso.
- Una cucharada de edulcorante líquido
- 50 gramos de nueces peladas y troceadas.
- Una manzana rallada
- Unas gotas de esencia de ron, o una cucharadita de esencia de vainilla.
Precalentamos el horno a 180º. Buscamos una bandeja de moldes de magdalenas y ponemos  en los huecos unos moldecitos monos de papel de esos que vienen estampados y los venden en los chinos, que la vista también come. Separamos las claras de las yemas de los huevos y batimos las claras a punto de nieve con un poquito de sal. En la Thermomix, ponemos la mariposa y batimos a vel. 3 hasta que están firmes.  Después no tenemos más que poner el resto de los ingredientes en un cuenco, rallarle la manzana y mezclarlo todo con las varillas. Ponemos en los moldes y metemos de 12 a 15 minutos en el horno. No suben mucho. Se sacan y se ponen en la rejilla a enfriar. Recomiendo guardar en la nevera, porque son jugosos y corremos el riesgo de que, con el paso de los días, fermenten.
Esta receta tiene además un montón de fibra por el salvado, que desde lo de la Dukan lo encuentras por todas partes, aunque como dice mi marido de modo tan prosaico como certero, eso lo han vendido desde siempre de afrecho para las gallinas. Si es que no hay nada nuevo bajo el sol...

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