Algunas veces se cae una de morros en lo más llano, y se equivoca en algo que ha hecho montones de veces. Por mi parte, estoy convencida de que tengo un poltergeist en el armario de las especias: le siento agazapado, observándome. De vez en cuando, me la juega, pero bien. Se me queman los guisos, se me escachuflan los merengues o se me ahúman los potajes. En el momento es que escribo esto es sábado, he tenido una semana zarrapastrosa y siento que necesito dulce con desesperación, azúcar en vena, lo cual ya sabéis que me ocurre con cierta frecuencia. Lo de la semana zarrapastrosa es porque no he tenido descanso. Mi trabajo es muy desigual, hay semanas que estoy tranquilísima y hay semanas, como ésta, que tengo guardias que hacer, plazos que cumplir y juicios que preparar, que el teléfono echa humo y todo el mundo parece ponerse de acuerdo para necesitarme, para pedirme cosas o para incordiarme sin mediar excusa alguna. La que viene pinta de modo parecido, así que necesito coger fuerzas, hasta que pasen las urgencias y me dejen un poco, y momentáneamente, tranquila. Socorro: necesito hidratos de carbono simples, de rápida absorción, de esos que te dan una coz en el páncreas. En el Cocina Diez de este mes he visto una receta que tiene muy buena pinta y la voy a preparar, en versión propia. Empiezo a reunir ingredientes, a prepararlo todo, finalmente lleno el molde, le pongo sus láminas de manzana por encima, y al horno. Me olvido de momento del tema, empiezo a navegar por Internet, a reírme con las tonterías divertidas que se ponen en Facebook. La paz es absoluta, empieza a oler muy bien desde la cocina. Incluso demasiado bien. Huele a bizcocho dorándose en el horno. No, tostándose. Corro a la cocina. Dios. El molde era demasiado pequeño, la masa ha subido y toooooda ella se está desparramando por fuera. Es como el vómito de la niña del exorcista: hay estalactitas de masa de bizcocho colgando de la rejilla. Hay masa de bizcocho en el suelo, a donde ha caído desde el horno. Hay masa de bizcocho en el fondo del horno, quemándose alegremente. De hecho, hay masa de bizcocho allí adonde miro. Una guarricochinada absoluta. El poltergeist se me troncha vivo desde su escondite: casi puedo oírle. Ya ajustaremos cuentas tú y yo, capullo. Pero antes de que me domine el pánico, saco toda la masa que queda en su sitio, y que todavía es bastante, cojo un molde más grande, le pongo otra manzana por encima en rodajas y al horno otra vez. Te vas tú a poner chula conmigo, que soy veterana de guerra. Al final, parece que he arreglado el desaguisado. He tenido un error de novata... En fin, ha habido que fregotear a fondo para eliminar las huellas del cataclismo. Respecto a si ha salido bueno, le he preguntado a mi hijo, y su respuesta ha sido un entusiasta "grrffhng", mientras masticaba como un poseso. Así que, sí, supongo- y verifico después por mí misma- está bueno. Pero mucho.
Antes y después. Lo que veis es el trocito que queda: parece ser que no se ha notado mucho el escacharre. |
- 25 caramelos blandos Werthers Original.
La primera en la frente: yo no he encontrado esos caramelos, y me imagino que la idea es que se noten los trocitos. Yo tengo de los duros, de los de toda la vida. Y como no es cuestión de dar carrera a los hijos del dentista, por el arreglo de la fractura de varios molares, yo lo que he hecho es triturar los caramelos con la Thermomix, consiguiendo un polvillo exquisito que añade el toque de dulce de leche. También le he añadido un poco de este último: un par de cucharadas adicionales. Yo no quería, de verdad, pero no me he podido resistir.
- 270 gramos de harina
- Un sobre de levadura Royal. Esto se os ha olvidado, redactores del Cocina Diez; y aquí no nos vale que el huevo solo ya sube el bizcocho, porque también tiene manzana, que hace que suba menos.
- 200 gramos de azúcar glas: yo he puesto menos por el dulce de leche, 170 gramos.
- Dos manzanas: yo otra más, por torpe.
- Tres huevos.
- Una cucharadita de canela molida
- Una cucharadita de cardamomo molido. Si no os gusta, o no tenéis, pues tampoco pasa nada.
Precalentamos el horno a 180º. Engrasamos un molde de plum cake. Cortamos los caramelos blandos en cuatro trozos cada uno. O los espachurramos con ferocidad si son de los duros: golpe de Thermomix a velocidad máxima o mano del almirez sobre los caramelos metidos en una bolsa. Duro ahí...
Batir la mantequilla y el azúcar en la batidora o en la Thermomix (vel. 5, tres minutos) hasta que blanquee. Añadir los huevos y mezclar. En otro recipiente, mezclar la harina, la levadura y las especias. Añadirlo a la mezcla anterior. Cortar las manzanas en láminas y añadirlas, junto con los trozos de caramelo. Yo he puesto una por encima, como puede apreciarse, después de arreglar el entuerto. Cocer al horno durante una hora, hasta que al pinchar con una aguja salga seco. A mí se me ha cocido en cuarenta minutos, supongo que agotado por la lucha que ha entablado conmigo.Moraleja: no asustarse de los desastres. Con mucha frecuencia se pueden arreglar o disimular... Ya os contaré otras muchas formas en que se la he colado a todo el mundo y nadie se ha enterado. Pero esto será otro día...
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