Esa sí que me atrevo a definirla como auténtica, porque la receta me la dio mi amiga Bea, que es gallega de verdad de la misma Galicia. Es exquisita, facilísima y rápida de hacer, por una vez.
Creo que voy a necesitar la energía que me proporcione la tarta, porque la primavera se ha anunciado a lo bestia y yo estoy hecha unos zorros. Todos los naranjos están en flor, voy por la calle medio colocada, y quedan ya muy cerca dos momentos muy temidos del año: el momento Cambio de Armario y el subsiguiente momento Toca Destaparse, Querida. El primero no tiene más consecuencias que dejarte agotada un par de días, y tener que tomar decisiones sobre cosas que tienes ahí año tras año, pero que no te pones, y que cuando te decides a ponértelas, no te caben. Fuera. Algo desmoralizador, pero lo peor viene después: cuando vienen las mangas cortas, las faldas... EL TEMIDO BIKINI.... y la primera impresión que sientes, cuando te miras por primera vez en la temporada a la cruel luz del día, es de un estremecimiento de horror absoluto. Pareces un pollo crudo, recién desplumado, listo para el asador... No, no daré más detalles. Pero sí me atreveré a dar algún consejo fruto de la experiencia, aunque soy lo más antifashion que existe. Si te sobran unos kilejos:
1) No caigas en la tentación de adoptar el look tienda de campaña. El exceso de tela aumenta de modo exponencial el volumen. (Acuérdate, si no, de Demis Roussos). A no ser que quieras hacer de mapamundi viviente en la fiesta de disfraces del colegio de tu niño, y no te importe que se comente durante años y que la vergüenza persiga para siempre a tu inocente vástago.
2) Pero menos aún te intentes meter en el pantalón de cuando hiciste la Dukan. Por una implacable ley física, todo lo que comprimes en un sitio, encuentra su gloriosa e incontenible salida por otro. Normamente por arriba. Y no caigas en el error de creer que no se ve. Porque vaya si se ve.
Sin embargo, eso no es motivo para que no pruebes esta maravilla de la repostería. Siempre que te moderes. Hay que hacer como las francesas: poquito de aquí y poquito de allí. Además, las almendras son buenas para los huesos y la piel. Y darte un capricho razonable es bueno para el alma y hace maravillas por el buen humor.
La receta es ésta, facilísima:- 4 huevos
- 220 gramos de azúcar
- 250 gramos de harina de almendras
- 125 gramos de mantequilla blandita.
- Mäs azúcar glas para espolvorear por encima.
Se bate todo y punto. Horno precalentado a 170º, y se cuece más o menos en una hora.
Vamos, esto es lo que se llama una receta exprés. Una receta haiku. Pero....ahhhhh, aquí viene la complicación: la cruz de Santiago. Hay en Internet montones de plantillas que se pueden imprimir sin ningún problema. Pero aconsejo que la dibujéis y recortéis sobre cartón. Porque si hacéis como yo, que la puse en papel y le espolvoreé por encima con un colador el azúcar.... al levantar el papel, que es blandurrio, se le volvió a caer toda el azúcar en el dibujo y me lo borró. Como soy un tanto cazurra, me llevó un par de intentos más darme cuenta de en dónde residía el fallo. Pero vosotros sois gente lista y no tendréis problemas. Es por eso por lo cual el dibujo de la cruz está un tanto vaporoso y etéreo. Como la misma Galicia, por otra parte.
No, y mi monja de Pretecnología de 8º (divertido y pretencioso nombre que recibían en mi plan de estudios las manualidades: ¿os acordáis?) me decía siempre: (voz monjil): "Rocío, eres una "calamidad", hija mía" Qué le vamos a hacer, madre Encarnación: una no nació para los primores....En cualquier caso, y a pesar de todo,¡feliz primavera!
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