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martes, 3 de junio de 2014

TARTA HELADA DE LIMON, NATA Y GALLETAS CONTRA EL CABREO.

 Antes de nada, tengo que introducir una breve y merecida cuña publicitaria. Mirad qué cosa tan chula me han regalado:



Esta perversa cuchara ha sido realizada expresamente para mí por Rafael Roldán, que es un  artista del pirograbado.Os lo recomiendo muchísimo para cuando queráis hacer un regalo personalizado, precioso y diferente. Tiene cajones flamencos, cajas, relojes, cuadernos, marcos y todo lo que sea pirograbable. Admite encargos y os recomiendo visitar su página de Facebook: Cajones Flamencos Pirograbados R, y también Rafa Roldán Murillo. Dicho queda: hay que publicitar a los buenos artesanos, en los tiempos de la producción en serie y del made in China. Con todos mis respetos para el pueblo chino, pero lo que no es, no es.
Fin de la pausa. Bueno, pues ya no hay forma de ignorarlo: tenemos el verano aquí. Mi hijo el mayor ha finalizado el curso. Para ser más exactos, el curso ha pasado a través de él. Sin dejar huella. No veas los meses que me esperan: lucha de titanes entre el veranito, los amigos, las salidas y la playa, frente a los petardos de los padres dando la brasa estudia-estudia, chimpum. Lo llevamos crudo. Y una de las muchas cosas que nadie te cuenta antes de tener hijos, es que no basta con aplicar un mínimo de disciplina y la cosa rueda sola, como yo creía en mi ingenuidad. Oh, no. Llega un momento en que tienes que convertirte en su bestia negra, en su peor pesadilla, en un implacable Torquemada, todo junto. Papel que repugna profundamente a mi naturaleza hippy/ flower power, pero que no queda más remedio que asumir.
Batallas aparte, les quiero con locura, pero a partir de este momento, mi precioso espacio personal queda invadido. Ellos tienen vacaciones, yo no. Se acabó estar sola en casa, trabajando en paz y escuchando cantar a los pajaritos. Ahora está la tele siempre puesta a todo trapo, y me los encuentro, a ellos y a los vestigios de su paso, en todas partes. Por algún motivo, hay zapatos, enormes zapatos, tirados en cualquier zona de tránsito, cáscaras de pipas y camisetas arrugadas. He sido expulsada del ecosistema por especies invasoras y colonizadoras, y necesito mi lugar propio. Por lo cual me quedo relegada en mi rincón chill out: la terraza de mi dormitorio, donde tengo mis cojines, mis velitas y mis plantas aromáticas. Qué bien huelen la lavanda y la albahaca. Qué paz. Qué tranquilidad. Qué.....
- Mamááááá.
Qué narices: no podía durar.
-No tengo calzoncillos.
- Aquí tienes tres.
- Que nooooo, que ésos me están  pequeños y son de Spiderman. ¿No has puesto lavadora?
- No, hijo mío. He estado limpiando, cocinando y, dicho sea de paso, sacando mi propio trabajo.Mañana pondré lavadoras.
 Y se va rezongando sobre algo de irse en bolas y que si su madre -yo- tal y cual. Dejo de oirle. Hay que desconectar....
- Mamáááá.
El otro. Dios mío.
- Que me si me das unos eurillos, que me voy a comer fuera.
Esa es otra: me tienen esquilmada. ¿Qué os voy a contar,  saqueadas madres que me leéis?
- Toma unos eurillos y lárgate ya, ¡¡¡a ver si me dejáis tranquila!!!
- Jooooer, tampoco te pongas así. Relájate un poco...
Que me relaje, dice. El muy cabrito.
Por favor, ¿alguien conoce algún campamento para madres? Sobre todo, con dirección secreta. Donde me hicieran las manos, los pies, y todo en general me lo hicieran nuevo. Y que me preparasen mojitos. Y donde hablar de los hijos estuviese estrictamente prohibido. Creo que una estancia en uno me convertiría en una persona mucho más agradable. Pero, en fin, uno tiene que ser capaz de abstraerse de la realidad si quiere alcanzar la paz interior. Me pongo una música muy relajante, conecto los auriculares:
- ¡¡¡GUAU!!!   ¡¡¡GUAU!!! ¡¡¡GUAU!!!  ¡¡¡¡AAAURFFGHHHHHHRRRRR!!!  ¡¡¡¡GRHAAMMPPPFFF!!!!
Et tu, Brute? Sólo faltaba él: el Curro ha elegido precisamente este momento para advertirle cariñosamente al gato de enfrente que no se acerque a este lado del Mississipi, si quiere conservar las orejas en su sitio.
En fin: el resultado de los intentos de relajarme  es que estoy completamente histérica. Odio a la humanidad en su conjunto, así que recurro al sedante natural que nunca me ha fallado: la cocina. Me pongo a hacer algo para inaugurar la estación y que sale rico.... muy rico... Esto sí que me está sentando bien por momentos.
Ingredientes:
- Un paquete grande de galletas al gusto.
- 500 gramos de nata para montar fría y 150 gramos azúcar glas.
 Para la crema de limón:
-150 gramos de azúcar
- La ralladura de un limón o la piel, si es para Thermomix.
- 100 gramos de mantequilla.
- 4 huevos.
- El zumo de tres limones.
-Leche para mojar las galletas.
- 1 cucharada de Maicena. Esa se la añadí yo por mi cuenta.
- Cacao en polvo y galletas para decorar.
Primero montamos la nata, bien con varillas o el correspondiente accesorio de la batidora, bien con la Thermomix, poniendo la mariposa, vel. 3, sin temperatura y sin tiempo, pero vigilando, porque en cuestión de dos minutos se hace mantequilla. Añadimos el azúcar glas y reservamos.
Luego hacemos la crema de limón. Si es con Thermomix: hacemos el azúcar glas a vel. 5-7-9 progresivo, durante 1 minuto, y añadimos la piel del limón, repitiendo la operación, y comprobando que quede bien triturada. Añadimos el resto de ingredientes y programamos 4 minutos, 80º, vel. 4. Pero esa (jodida cosa) exquisita crema, por algún motivo, no monta. Así que le añado una cucharada de Maicena  -fullería infalible-, vuelvo a programar otros cuatro minutos, y sale perfecta.
Si no hay Thermomix, el proceso es un poco más laborioso. Primero hay que diluir la Maicena en el zumo de limón y reservar. Después hay que fundir la mantequilla , añadir el azúcar y remover. Añadimos el zumo de limón con la Maicena y batimos los huevos, añadiéndolos con mucho cuidado, y con el cazo a muy baja temperatura, para que los huevos no cuajen. Se remueve constantemente con las varillas hasta que espese, y si hace falta se le da un golpe final de batidora. Debe quedar con una textura como las natillas.
Obtenidas las dos cremas, el resto es fácil: método albañil. Vamos mojando las galletas en leche hasta completar el fondo de un molde, capa de crema de limón, capa de galletas mojadas en leche, capa de nata, y ay-ho, ay ho, me voy a trabajar. Una vez terminado se decora al gusto. Al congelador y a quitarse la mala sangre, para los dos dias que estamos en este convento...
Ha salido hasta bonita, la puñetera.


Y buena como una madre superiora.
También os digo una cosa: no pasa nada si una compra un bote de dulce de leche y una crema pastelera de estas que venden hechas y se ahorra los pasos intermedios. Pero no se dice, que te quitan mérito.
En fin: feliz verano, y Dios me de paciencia y cuajo. Mucho, mucho cuajo...

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