Queda ya poquísimo para Reyes y todavía voy atrasada con el tema regalos. Bajé una tarde al centro. Esperaba encontrar gente, pero no la marea humana que poblaba todas las calles: qué de criaturas, madre mía. Ese día no estaba muy en vena: era de esas veces que no te apetece nada y todo lo que ves te parece feísimo o inadecuado. Pero llega un momento en que paso delante de una tienda y en el escaparate hay un vestido negro, muy bonito, adornado con una cremallera dorada. Mío. Me estaba esperando, es ideal para autoechármelo por Reyes. Con lo bien que me he portado. Decididamente voy a entrar a probármelo. Pero entonces viene la imaginación a fastidiarme el tema, antes incluso de entrar a pedir talla. Me visualizo embutida en el vestido. como un jamón Joselito 5J, de esos que vienen en una funda negra, y por cierto, curiosamente, con una cremallera dorada. Y una no quiere parecer un jamón/a, por muy de pata zaína que sea. Con las orejas gachas descarto completamente la idea y sigo deambulando, pero allá donde voy me persigue una banda tocando temas (tan tradicionalmente navideños) como "La vida es un carnaval", de doña Celia Cruz, o "Paquito el chocolatero". Después me he enterado de que no es que la dichosa banda tenga el don de la multilocación, como Sor María de Agreda, sino que hay varias, que se han repartido las zonas, para animar al personal. Que ya está bastante animado: quien más, quien menos, ha aprovechado la tarde y lleva colgadas sus cuatro o cinco bolsas, no como yo, que no tengo hechos ni la mitad de los deberes. Hay estatuas humanas, bailaores de flamenco, cantantes de ópera, violinistas. Todo bajo esa catedral gótica de luces que nos ha puesto nuestro Ayuntamiento. Me siento más y más aturdida. Intento entrar en una perfumería, pero soy como un salmón nadando contra la corriente y salen del interior doscientas personas que me hacen retroceder hasta el otro lado de la calle, donde hay otra banda, o la misma, tocando "Billie Jean", en versión fiesta de la plaza del pueblo. Lo juro. Tengo el primer trombón metido en una oreja. Después de tres o cuatro experiencias similares, voy adquiriendo poco a poco un reflejo condicionado, pero en vez de salivar como el perro de Pavlov huyo de una tienda cada vez que oigo la música, así que salgo despavorida en dirección a la parada de autobús más cercana. Josús.
Receta:- 2 láminas de hojaldre
- Un huevo para barnizar y azúcar para espolvorear
- 250 ml. de leche entera.
- 90 gramos de azúcar
- Una vaina de vainilla
- 2 yemas de huevo
- 20 gramos de Maizena
- 100 gramos de almendra en polvo.
Calentar la leche en un cazo, reservando un poco con el azúcar y las semillas de vainilla, que obtendremos cortando la vaina a lo largo y raspando el interior con el cuchillo. En un recipiente aparte, mezclamos la leche reservada con la Maizena. Batimos un poco las yemas y las agregamos.
Cuando la leche del cazo comience a hervir, se retira unos segundos para añadir la mezcla anterior. Llevamos de nuevo a ebullición, removiendo hasta que espese. Echamos la almendra en polvo, mezclamos y tapamos con film transparente, dejando que enfríe mientras preparamos la masa. Tiene que quedar como una crema espesa.
Estiramos una lámina de hojaldre sobre una hoja de papel de horno. Cortamos formando una circunferencia de 20 centímetros. Pintamos con huevo batido por todo el borde, unos 2 centímetros. Repartimos el relleno sin tocar la parte pintada con huevo, cortamos la otra lámina igual que la primera y cubrimos con este segundo círculo de masa. Unimos los dos círculos sellando con un tenedor. Hacemos un agujero en el centro para que salga el vapor, pintamos la superficie con huevo y refrigeramos 30 minutos. Precalentamos el horno a 200º. Sacamos la galette y la decoramos al gusto. (A los de Directo al Paladar les quedó mucho más bonito que a mí. como podéis ver, mi galette tomó el sol algo más de la cuenta) Pintamos otra vez con huevo y ponemos la bandeja al horno. Cocemos 10 minutos a 200º, luego bajamos a 170º y dejamos hasta que se dore y suba. Sacamos del horno la galette, la espolvoreamos con azúcar y horneamos un par de minutos más. Sacar y enfriar sobre una rejilla.
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El antes y el después de la perniciosa acción de la mano del hombre |
Ya nos queda poquito, así que una merienda como ésta puede poner el broche de oro a la desbandada gastronómica. Yo hice mis buenos propósitos, con los que, como todos sabemos, está empedrado el camino del infierno. En mi nevera hay un kilo de judías verdes y otro de alcachofas mirándome con ojos tristes, y que se están cubriendo de extrañas zonas grisáceas. Tendré que hacer algo al respecto.... Pero no será hoy. Hoy termina el año y mi intención es quemar los últimos cartuchos.
Os deseo a todos un año abundante en días de celebración, con una razonable salud, algo de haber en la cuenta para poner unos garbanzos en la mesa y también unas cervecitas de vez en cuando, y sobre todo, alguien con quien tomarlas y nadie que nos incordie más de lo necesario. Si esto no es felicidad, es una simulación muy aceptable. Y ésta que lo es espera seguir dando la tabarra con las recetas y las historias muchas más semanas....
Feliz 2015 para todos. Y no me espurreéis las uvas, que os conozco: siempre da tiempo a comérselas. Besitos.
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