Bueno, pues ya ha llegado el 24, el Día Señalado, ese en el que parece que, durante el resto del año, no hemos comido. Ya andamos en la cocina con los preparativos. Yo, además, con el móvil de guardia de comisaría en el bolsillo. Sí, me ha tocado: gajes del oficio. Y mientras me llaman o no me llaman, estoy preparando el entrante para esta noche, algo viejunillo, pero bastante vistoso y no de lo más difícil.
A mí, de pequeña, me cogía siempre el día 24 obedeciendo órdenes de mi madre, verificando el buen estado de los manteles de los días señalados y sacando cubiertos y las copas talladas que teníamos, que eran tan bonitas y que, como tantas otras cosas, ya no están. Una de esas vísperas papá apareció, muy ufano él, con un faisán que le había regalado un amigo suyo cazador. Yo me puse muy contenta, porque los faisanes asados salían en todos los banquetazos que se pegaban los reyes y los príncipes en los cuentos. Qué lujerío. Ibamos a comer como la gente fina. Aunque mi entusiasmo bajó de nivel ligeramente cuando lo vi: aquel bicho tan grande y con la carne tan roja -eso sí, limpito y desplumado- parecía un dinosaurio.... En fin, mami se arremangó y se puso a la tarea. La noche del 24, todos reunidos ante la mesa, tras la sopa Viña AB tan buena que siempre teníamos de primero en esa fecha, mamá sacó el bicho guisado y empezó a servirlo. Todos nos quedamos mirando con expectación. Y bastante prevención. Yo empecé a cortar mi parte. Para dar una idea aproximada, diré que la textura era bastante parecida a los estropajos de esparto marca "El Canario" que vendían en la droguería ¿Os acordáis? Esos tan amarillitos. Era una carne fibrosa, dura como ella sola y con un saborcillo peculiar y repulsivo cuyo recuerdo perdura inextinguible en mi memoria. Todos , sin excepción, empezamos a marear la carne por el plato. De vez en cuando sonaba un ¡plinc!, producido por un perdigón que salía de algún agujero recóndito y que se obstinaba en formar parte del aderezo. Yo pinchaba los champiñones de la salsa, incapaz de meterme aquello en la boca. Yo, que era una trituradora industrial, que no había bazofia que se me resistiera. Mamá preguntaba inocentemente:
-¿Cómo está el faisán?
- Bueeeeno....
-A lo mejor tenía que haber cocido un poquito más....
-Un poco...consistente.....
Al final, papá no pudo más y sentenció, para alivio de todos:
-Pepita: esto está muy malo.-No, si ya lo decía yo. ¡Está asqueroso!
-¡MALISIMO!
-Papá, voy a vomitar.
A lo que contestó mamá, picada en su honor culinario:
- La culpa la tienes tú, que eres el que se ha empeñado, Joaquín. Querías faisán, pues toma faisán. ¡Mira que traerte el pollo este tan raro y con estas hebras tan tiesas!. El próximo año dile a Fulanito que no se meta en nada o que te regale un pavo en condiciones. Esto está más duro que la pata Perico, no hay quien lo ablande. Y lo he puesto en la olla exprés un buen rato. Y si no te gusta, no te lo comas. ¡Más ligero estás!
En mi casa la caza no la habíamos comido en la vida, y por mí me podia quedar todo lo que me restase de ella sin comerla. Pero lo que tenía el pobre y despreciado faisán, fueraparte de más malo o más bueno, era un rigor mortis importante. Y el libro de cocina de mamá (de doña Juana Oller y "un equipo de 12 amas de casa (sic)", Gassó Editores) no decía nada de poner a reposar estos bichos tras el fallecimiento para que la carne se pusiera tierna. Los perdigones tampoco ayudaban mucho, verdaderamente. Así que terminamos comiendo ensaladilla y turrón y tirando el pajarraco a la basura, en amor, mosqueo materno y compañía. Ande, ande, ande, la marimorena.
Doy la receta de hoy, que os puede servir para cualquier celebración:Para la masa:
-4 huevos
-70 gramos de azúcar
-170 gramos de harina
Para el relleno:
- 2 o 3 aguacates
- 200 gramos de palitos de cangrejo o langostinos cocidos
- 200 gramos de salmón.
-Salsa rosa, hecha con mayonesa normal con 2 ó 3 cucharadas de ketchup y un par de cucharadas de coñac. O comprada. Tampoco nos vamos a complicar más de lo necesario.
- Dos o tres aguacates más, sal y limón.
Para adornar: lechuga en juliana, zanahoria rallada o cortada en cintas con el pelaverduras, tomatitos cherry, huevo duro rallado..... Todo lo que vuestra perversa imaginación, o la completa ausencia de ella, os permita.
Preparación:
Precalentar el horno a 180º.
Sin Thermomix: Batir los huevos y el azúcar un buen rato, hasta que la mezcla suba y se vaya poniendo blanquecina. Añadir la harina, tamizada por un colador, e integrar poco a poco.
En Thermomix:
Poner la mariposa en las cuchillas, poner en el vaso el azúcar y los huevos y programar 3 minutos, 37º, vel. 3. Volver a poner otros 3 minutos en vel. 3, sin temperatura. Echar la harina y programar 4 seg., vel. 2.
Forrar la bandeja del horno con papel vegetal o lámina antiadherente. Verter la mezcla, procurando que quede un rectángulo lo más homogéneo posible, y hornear durante 10-12 minutos como máximo. Sacar, volcar sobre un paño de cocina limpio y húmedo, despegar el papel con cuidado y enrollar en el paño. Reservar.
Preparar la salsa rosa. Ir desenrollando el bizcocho, quitarlo del paño, extenderlo sobre una hoja de papel film y pintarlo con un poco de esta salsa. Cubrir con los palitos de cangrejo o langostinos troceados, el salmón en tiras y los aguacates del relleno, cortados en láminas y rociados con limón, para que no se oxiden. Cubrir toda la base pero dejando libre uno de los extremos, y ahora viene lo puñetero: enrollar el bizcocho lo más apretado posible, procurando que no se nos salga el relleno y que no se nos rompa, cosas ambas que os digo yo que ocurrirán. Pero esto se arreglará después. Se deja la unión hacia abajo y se envuelve el conjunto en el papel film, dejándolo en la nevera hasta el momento de decorarlo, un rato antes de servir. Es bueno dejarlo aunque sea un par de horas, para que el rollo se quede compacto.
Aparte, cogemos los aguacates para la cobertura y los trituramos con un tenedor, añadiendo zumo de limón, sal y unas gotas de Tabasco. Yo hice también la guarrería de rigor, faltaría mas: el aguacate con el limón se había quedado un poco liquiducho, así que le puse una cucharada de puré de patata en polvo y me quedé más ancha que larga. Cuando llegue la hora de decorar el invento, instante en el que estaremos histéricos y a medio arreglar, lo ponemos en una fuente alargada, le cortamos los extremos si han quedado irregulares y lo cubrimos con la crema de aguacate, que gracias a Dios todo lo tapa, le hacemos unas estrías con un tenedor y lo adornamos al gusto con la lechuga, el huevo duro en rodajas o rallado y todas las otras puñetitas para poner el tema presentable. A mí me ha quedado asi:
Lo que no os puedo enseñar es el corte transversal, porque a la cena de Nochebuena voy de arrimada y el tronco es mi contribución y no lo puedo abrir todavía. Pero queda bastante vistoso. Y te deja alimentado para tres días: recomiendo porciones prudentes.
Ya hemos cocinado. Ahora toca disfrutar. Nos lo merecemos, incluso el que no haya tenido que cocinar y lo han hecho todo por él. Estaremos en familia, y la familia, como todos sabemos, es lo mejor y lo peor que puede ocurrirnos. Mi particular experiencia me dice que es muy conveniente llevar en el bolsillo una bonita oreja de goma y ponértela en los momentos oportunos.
Os deseo de corazón felices fiestas a todos y una temporal sordera selectiva, que ayuda mucho, pero mucho.....
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.