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miércoles, 6 de enero de 2016

BOLLOS DE SANTA LUCIA

Otro año más, en esta fecha, me siento atacada de la nostalgia característica de la gente de mi edad,  y si, además, crías adolescentes, recuerdas muy justificadamente que cualquier tiempo pasado fue mejor. Concretamente, esas mañanas de Reyes en que te despertabas de golpe, al amanecer, con los nervios en la tripa, y saltabas de la cama a ver qué te habían traído. Y allí, sobre el sofá del salón, estaba todo muy bien puestecito. Lo que habías pedido y lo que no. Y a abrir paquetes y cajas completamente histérica, gritando a voz en cuello:
- ¡¡¡MAMA, MAMA, MIRA LO QUE ME HAN TRAÍDO LOS REYES!!! ¡¡¡LA NANCY RUBIA!!! ¡¡¡Y LOS VESTIDITOS DE LA NANCY RUBIA!!! ¡¡¡Y UN.....!!! ¡¡¡Y TAMBIÉN UN...!!!!
Y mi pobre madre:
-Mmmmm.......muy bonito, hija. Pero no grites y déjame dormir, nena.
¡Habían venido los Reyes! ¿Cómo se podía pensar en dormir?
-Mamá, mamá, y los Reyes Magos se han bebido las copas de coñac ¡Las han dejado vacías!
-Sí, hija. ¿Qué? ¿Las TRES? ¡Vaya con tu puñetero p...., con los Reyes Magos! ¡Qué BORRACHUZOS nos han salido los Reyes Magos!- decía mamá, definitivamente despierta del todo- ¿Verdad, Joaquinitoooooo? ¡Que se han bebido todo el coñac!
-Mmmmm sí, Pepita. Habrán sido los camellos. Anda y déjame dormir otro poquito.
-Si, los camellos.... ¡Los camellos! ¡Tu sí que estás hecho un camello bueno!
No os vayáis a creer: papi no bebía casi nunca. En cada copa de coñac podía haber un trago, pero los tres tragos de las tres copas eran más que suficiente para hacerle dormir varias horas como un bendito. Es decir, si yo le hubiese dejado. Y es que eran tiempos políticamente muy poco correctos: nada de leche y agüita para los camellos, que eso es una americanada copiada de la que le hacen al dichoso Papá Noel. A los Reyes Magos se les ponía un copazo de coñac o de Marie Brizard, con algún mantecado para el camino, como mandan los cánones. A ver.
Pasaron muchos años y llegaron las tardes de Reyes en que tenía a mis propios hijos para llevar a la cabalgata. Lo recuerdo con una mezcla de añoranza y de horror: me dolían los ojos de mirar para todas partes y que no se perdieran,  y a su padre el cuello de subírselos por turno en hombros. Después estaba mi hijo el pequeño, siempre paladín abanderado contra la injusticia en cualquiera de sus formas, vociferando en medio de la muchedumbre:
-¡¡¡MAMA!!! ¡¡¡ESE "VIEJO" ESTA COGIENDO TODOS LOS CARAMELOS CON EL PARAGUAS PARA ÉL SOLO!!! ¡¡¡ES GILIPOLLAS!!!
El aludido pegó un respingo para atrás, sorprendido in fraganti, y yo, siempre pendiente de aprovechar las ocasiones de desaborricar a mis criaturas para que pudiesen desenvolverse en sociedad, le dije:
- ¡Nene! ¡No se dicen esas cosas de las personas mayores! Los estará cogiendo para sus nietos.
-¡No es una PERSONA MAYOR! ¡Es un VIEJO y se los está comiendo EL SOLO! ¡y NO NOS DEJA NINGUNO!
Efectivamente, el cenutrio seguia acaparando caramelos, como si fuera a venderlos en el mercado negro, pero  como eran tiempos de bonanza económica municipal, había caramelos para apedrear a todo quisqui. Era tradición que todos los años me diesen con alguno en un ojo, y, total, luego no se los comía nadie, estaban dando vueltas por la casa durante meses y meses, y yo venga a barrer caramelos y lamentando que no se autofagocitasen y dejase de verlos de una vez por todas partes.
Un año nos encontramos con mi sobrina, que entonces trabajaba de reportera dicharachera de Barrio Sésamo para una televisión local. Estaba preguntando a la gente que cómo estaba viviendo la tarde de Reyes y esas cosas. Pero no tuve ocasión de decirle nada: una energúmena (modelo armario tres puertas con luna) se me puso delante, zampando en primera línea a un vástago (modelo sinfonier para ropa de cama), aullando con toda la considerable potencia de sus pulmones:
-¡NIÑOOOO! ¡DI AAARRGO QUE EHTA AQUI LA TELE!
Y tuvo la mujer sus cinco minutos de gloria, a los que según Andy Warhol todos tenemos derecho al menos una vez en la vida........
Lo cierto es que todos los años que mis hijos estuvieron en edad cabalgatable volvíamos a casa fanés y descangallados, física y moralmente destrozados por la caminata, la hipervigilancia y el levantamiento de niño en peso, añadido a la sobreexcitación nerviosa de ambos vástagos, acrecentada por la ingesta de azúcares diversos. Pero llegaba la noche y todavía teníamos que colocar todos los regalos, y nuestros niños, en pleno subidón, se resistían heroicamente a irse a la cama. Finalmente, tras leerles doscientos cuentos, lo conseguíamos, y nos íbamos a la cama para echarnos a morir, eso sí, más ilusionados que ellos. Luego, a las cuatro de la mañana o así, nos despertaba una especie de terremoto y un trote escaleras abajo ¡BUMBUMBUMBUM!, gritos desaforados, otro trote escaleras arriba ¡¡¡PLOMPLOMPLOMPLOM!!! y la luz de la mesilla de noche encendida directamente a los ojos, como en un interrogatorio de la Stasi:
-¡¡¡MAMAMAMAPAPAPAPA!!! ¡¡¡¡HAN VENIDO LOS REYES, LOS REYES, LOS REYES!!!!
Y nos tocaba abrir los ojos sorprendidísimos y abrir nuestros propios regalos, que nos tiraban literalmente a la cabeza a tal efecto, todo ello en estado de semiinconsciencia.... Desde luego, parece mentira que puedas llegar a añorar tantísimo esos años en que tus niños no paraban de hacerte la puñeta..... La única explicación es que luego te la hacen mucho más todavía. En fin.
Bueno, pues este año he hecho mis consabidos tres roscones, y también tengo sacados estos bollos que hice, que salen muy tiernos y son fabulosos con mantequilla y una buena mermelada. Los preparan en Suecia para el día de Santa Lucía, el 13 de diciembre, celebrando que de nuevo los días empiezan a ser más largos. Y como una es muy de adoptar celebraciones de todo tipo, los hizo y los probó, encontrándolos muy recomendables.

Receta:
-0,2 gramos azafrán molido (2 bolsitas) Azafrán de verdad. Las carterillas "El aeroplano" no sirven.
-1 cucharada de levadura seca. Si tenemos paciencia y dejamos levar la masa toda la noche en la nevera es suficiente con una cucharadita pequeña. Sale una masa mucho más tierna y jugosa.
- 300 ml. de leche.
- 150 gramos de mantequilla a temperatura ambiente.
- 1/2 cucharadita de sal.
- 150 gramos de azúcar.
- Un huevo.
- 500 gramos de harina de fuerza.
-Un huevo adicional para pintar los bollos.
-Pasas.
-Azúcar perlado para poner por encima (opcional)
En Thermomix añadimos al vaso el azúcar y la mantequilla y ponemos 3 minutos, vel. 4, sin temperatura. Se añade el huevo, la leche y el azafrán y se bate unos segundos. Se añade la harina y la levadura y se pone unos segundos a vel. 8, luego se amasa a vel. espiga tres minutos.
Si lo hacemos a manubrio, desharemos la mantequilla en la harina, dentro de un bol, con los dedos, hasta formar unas migas. Se añade el huevo, la leche, la levadura, el azafrán, el azúcar y la sal y se mezcla todo con las varillas. Siempre evitaremos poner juntas la sal y la levadura, porque se matan entre sí, en detrimento de la levadura. Amasamos a mano unos diez minutos.
La masa se tapa con un paño húmedo y se deja levar por lo menos tres horas. Las masas con mantequilla tardan más en subir. Yo la pongo en la nevera toda la noche y me olvido de ella hasta el día siguiente.
Cogemos la masa y la dividimos en porciones de 50 a 80 gramos, según queramos los bollos más grandes o más pequeños, y con cada porción hacemos un cilindro y cada extremo lo enrollamos en direcciones opuestas, haciendo una S. En el centro de cada espiral ponemos una o dos pasas. Los ponemos en la bandeja del horno forrada de papel, separados unos de otros, y los dejamos subir de nuevo una hora. Precalentamos el horno a 200º. Pintamos los bollos con huevo batido, procurando no espachurrarlos con la brocha, y los metemos en el horno unos 12-15 minutos o hasta que los veamos dorados.
Y mañana, a currar, a quitar el árbol y el belén y a volver a la normalidad, y a rebajar en la medida de lo posible todos los pecados de la mesa. Tengo castigada la báscula de cara a la pared hasta por lo menos dentro de dos semanas.....
Pero que nos quiten lo bailao... ¿A que sí?

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