Buenas tardes. Aquí me tenéis, hecha carbón. Tengo uno de esos días en que me acuerdo de la genial película "La vida de Bryan", mientras canturreo aquello de "Always look the bright side of life", para no meterme a aullar debajo de una piedra. Todos tenemos días de pie izquierdo. Días en que pensamos que el momento en que decidimos dedicarnos a lo que nos dedicamos, debimos pegarnos en la cabeza con un adoquín. Y que porqué no nos pondríamos con la manufactura y exportación del higo chumbo autóctono, o de la mojama de camaleón, que es un negocio que te deja unas rentitas muy apañadas, según el tío Manolín. Por un poner.
Hay días en los que tienes un juicio y llevas el santo de espaldas. Vas de acusación particular, y el fiscal, que era tu aliado, al que llevabas de primo de Zumosol, te hace un "infanta" como el sombrero de un picador, se pasa al otro bando, retirando la acusación, y os deja a tu cliente y a ti a los pies de los caballos. Sí, pueden hacerlo. En contra de la opinión generalizada, el fiscal no está sólo para acusar, sino también para defender la postura de quien considere inocente. Pero que se vuelva "bueno" cuando tú vas de "malo", pues fastidia bastante. O también te puede ocurrir que prepares la declaración de tu cliente, para que diga lo justo y cabal, y haga una narración en condiciones, y cuando llegue el día de la vista se arranque por peteneras:
-Señoría, ahora yo le voy a decir a usted toda la verdad...
Y cumple su amenaza, con el agravante de que el cincuenta por ciento de lo que dice ni siquiera es verdad, aunque él así lo cree sinceramente. La cuenta enterita, desde la fecha de la fundación de Mainake por los fenicios hasta nuestros días. Todo lo que no interesa a su Señoría y todo lo que le va a interesar demasiado. Especialmente, toooooodo aquello que le has recomendado encarecidamente que "no" cuente. Y tooooodos los comentarios que le has suplicado que "no" diga. Uno tras otro, sin dejarse nada. Porque hay gente que lleva su propio guión de los hechos esculpido en las neuronas, y de ahí no les sacas ni con un helicóptero del 112. Y el juez que no le corta. Y tú que pones la cara de timba de póker de rigor (mortis) para que no se te salten los lagrimones. Se oye un "raca, raca, raca" originado por el abogado contrario, que se está frotando las manos con tal fruición, que podría encender una hoguera para asar espetado a mi cliente. Puedo hasta visualizar el humillo que sale de sus palmas. Intento paliar el daño por medio de mi (digno) informe final, en la medida de lo posible. Pero tengo fundadas sospechas en que el mal está hecho. Esas veces, salgo de la sala de vistas como si hubiera perdido veinte kilos. Cosa que, encima, es mentira. Sales con la sensación de haber mandado tus barcos a luchar contra los elementos, de tener que defender al cliente a pesar de sí mismo. Frustrante y agotador, aunque tú hayas hecho todo lo que has podido.
Y para eso, la vez que tuve que citar como demandados como a veinte entidades y personas físicas, porque era necesario a efectos formales, pero no esperaba que apareciesen más de cuatro o cinco. Y aparecieron. Los veinte. Con sus veinte letrados y sus veinte togas. Como la procesión del Sepulcro. Como el famoso camarote de los hermanos Marx, en versión forense. Todos queriéndose hacer un rosario con mis dientes de marfil. Y con los de mi cliente. Todos aportando carpetas de informes periciales, de manera que el agente casi tiene que ir por el carrito del Mercadona que tienen para los expedientes gordos, soltándome todo encima de la mesa y amenazando con sepultarme del micrófono para arriba, y su Señoría sugiriéndome amablemente que me tomara cinco minutos para formular preguntas a los peritos. Y en ese tiempo leer y valorar sesenta páginas de informe. No os imagináis los reflejos que hay que sacar. Pero lo hice. Vaya que lo hice. Y salí como una torera cortando orejas y rabo. Una es una profesional. Pero hay días.... ay, qué días....
Así que toca receta reconstituyente:
-Medio kilo de bacalao fresco o desalado durante un día en la nevera, metido en agua y cambiándosela tres o cuatro veces.-Medio kilo de tomates, o salsa de tomate ya preparada. En este caso omitiremos el "de verdad", pero aun así, vale.
-Una cebolla.
-Un pimiento rojo.
-Cuatro patatas medianas..
-Sal o una pastilla de caldo, azúcar y aceite.
-Harina para freir el bacalao.
Escaldamos los tomates haciéndoles una cruz en el lado opuesto al tallo y sumergiéndolos unos minutos en agua muy caliente. Los sacamos, pelamos y troceamos. Picamos la cebolla y los tomates, los ponemos en un bol y trituramos con la batidora, junto con la pastilla de caldo o sal y una cucharada de azúcar. Vertemos un fondo de aceite en una cacerola y añadimos el tomate y la cebolla triturados, poniendo todo a sofreír hasta que el tomate se espesa, unos quince minutos. Mientras, hacemos trozos el bacalao, procurando en lo posible quitarle las espinas. Yo suelo cortar directamente la franja de las espinas y es mucho más cómodo. Se secan bien los trozos, se enharinan y se fríen. Se ponen en la cacerola del tomate y se deja cocer todo junto unos diez minutos más a fuego mediano, procurando no remover mucho para no deshacer el bacalao. Aparte, en el aceite de antes se fríe el pimiento rojo hecho tiras, que pondremos luego encima del bacalao con tomate.
Para hacer las patatas fritas de mentira, cogemos las patatas, las pinchamos un poco y las ponemos en el microondas, potencia máxima, durante 6-7 minutos por cada lado, o bien las hervimos con piel en una cacerola. Cuando estén tiernas, las dejamos enfriar un poco, para no quedarnos sin yemas de los dedos, las pelamos y las hacemos rodajas. En una sartén con un poco de aceite, salteamos las rodajas, hasta que se doran por los dos lados, y les ponemos un poco de sal. Montamos el plato con el acompañamiento de las patatas, y listo.
Las patatas fritas de mentira son una impostura bastante buena, con mucho menos aceite que las normales. El que no sea amigo de trampas o no tenga problemas de peso, puede hacerlo todo de verdad y auténtico.Cuidaos mucho. El césped siempre se ve más verde del otro lado de la valla.... pero todos tenemos días complicados. Para esos días, una peli de Monty Python. Y todo vuelve a ocupar su lugar.
Feliz semana.
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