Las jacked potatoes formaban parte del desayuno inglés a lo bestia que vuestra servidora tomó cada día de los que estuvo en Inglaterra. Yo lo probaba todo. Mi marido se tomaba sus dos tostaditas con mantequilla, como un señor, mientras que la que suscribe se conducía como si no hubiera comido en dos meses, porque Inglaterra es que da muchísima hambre, olisqueando y probando de todas las bandejas. Desde las baked beans in tomato sauce (perfectamente prescindibles) hasta las patatas con pretensiones que dan título a la entrada (memorables), pasando por el eggs and bacon: maravilloso, entre otras cosas porque el bacon inglés no tiene nada que ver con el nuestro, siendo mucho más magro y sabroso, y nada grasiento. Pues que sepáis que no engordé ni un gramo, porque pasaba horas y horas caminando. Todo lo que he pillado ha sido aquí: panículo adiposo estrictamente nacional, con denominación de origen.
La receta ha sido aceptada con entusiasmo por mis hijos, que se alimentan básicamente, en mayor o menor medida, de hidratos de carbono simples, carne, alguna que otra ensalada por cumplir, y de fruta, perdone usted, por Dios. Don Antiqueso, por supuesto, no las prueba; y en lo que a mí respecta, picoteo alguna, dividida entre el sentimiento de culpa y el disfrute más feroz . En esta casa, como en todas, hay manías alimentarias. Las de mi señor padre eran legendarias, variando según el día. Aquel en que las aguas matrimoniales andaban revueltas y traía el rabo torcido, rechazaba toda la comida, yéndose ostensiblemente a dormir la siesta sin almorzar. Y mami, que siempre entraba al trapo como un pablorromero bravo, iba detrás a preguntarle, muy redicha:
-Joaquín de mi alma. ¿Me quieres decir qué le pasa al huevo frito?
-Que sabe. (Cuando la comida "sabía", el tema terminaba mal. No me preguntéis el significado. Era uno de los más insondables misterios de la casa de los García)
-¿Que sabe a qué?
-No sé. Sabe raro.
-Tu sí que eres raro, Joaquinito. Más raro que un perro verde. Pues más ligero andarás, que estás echando una panza como un botijo.
Y se daba media vuelta y se iba a la cocina, haciendo mucho ruido al tirar la comida a la basura, cosa que sabía que a papi le reventaba. Después se volvía hacia mí, que estaba despachando mi propia comida e intentando, de modo absolutamente infructuoso, quedar al margen del conflicto. Y entonces entablábamos el siguiente diálogo, digno de los hermanos Marx:
-Nena ¿El huevo sabe raro?
-No. Sabe a huevo.
-¿Pero mucho mucho o poco?
-Sabe lo corriente a huevo. A huevo frito de gallina.
-Lo que yo decía. ¡Qué gracioso está hoy tu padre!
Después la marejada arbolada pasaba a marejadilla y luego a calma chicha, y papá venía de la tienda por la tarde como si nada y mamá le servía delante de la tele el despliegue de puñetitas mil que constituía su cena habitual: una sucesión de platitos de los de las tazas del café, con un huevo duro con anchoas en uno, tres croquetas en otro, un par de quesitos en un tercero, otro con seis rodajas de salami, más el correspondiente y generoso viaje de pan. Y luego su plátano o su naranja, amorosamente pelada, y su café. Porque papi era de esas personas que pueden tomar café en cualquier momento del día o de la noche sin que afecte a su sueño para nada. Según mami, de la sangre gorda que tenía. Es un punto de vista digno de ser considerado, desde luego. Lo cierto es que la generación de nuestras madres fue educada para malcriar al marido de manera vergonzosa, lo cual no quita para que luego, cuando los han acostumbrado a base de bien, se quejen amargamente de lo pamplinosos y puñeteros que son estos dichosos hombres.
De mí puedo decir que tengo muy poca simpatía por las tontadas alimentarias, y que no hay nada peor que cocinar un plato con todo tu cariño y buen hacer, para que luego venga uno y le quite lo de aquí y lo de allá, porque nunca lo ha comido, y lo desperdigue por el plato, dejando la ración hecha una porquería dejada allí por el perro. Luego está el que te dice, con desprecio a veces no muy sutil:
-Yo es que soy de muy poco comer...(Soy demasiado exquisito para disfrutar con semejante vulgaridad)
-Yo es que sólo como huevo con patatas... (Mis padres eran muy poco imaginativos)
Y el de:
-Yo no puedo comer nada que no esté triturado.(Verídico)
Y no digamos aquel de:
-Hay que comer para vivir, no vivir para comer.(So zampatalegas)
Cuando me encuentro con uno de esos, huyo como de la peste. Y a los otros, les sentenciaría en este sentido:
Fallo: "Que debo condenar y condeno a los susodichos a sentarse en la mesa de los niños en todas las celebraciones, a inflarse de infectas pechugas de pollo rebozadas con patatas congeladas y fritas por tercera vez, todo ello a perpetuidad, con prohibición de acercarse a menos de 500 metros de las mesas donde coman las personas decentes, y con expresa condena en costas y obligación de invitar a las copas".
Y dejemos el tema, que son criaturas dignas de compasión, y pongámonos manos a la obra:
-4 o 5 patatas medianas.
-Una cebolla..
-150 gramos de queso Cheddar o uno que funda bien.
-150 gramos de bacon. Yo lo he hecho con jamón poco salado; el bacon que tomamos aquí lo encuentro muy graso.
-Sal y pimienta.
Lavamos muy bien las patatas, las pinchamos y las asamos en el microondas a máxima potencia, 7 minutos. Luego les damos la vuelta (sí, te quemas), y las ponemos otros siete minutos. Sacamos y dejamos enfriar en la medida de lo posible. Cortamos en láminas la cebolla y la salteamos en una sartén con un poco de aceite, hasta que se quede transparente. Sacamos y reservamos.
Precalentamos el horno normal a 200º. Cortamos las patatas en gajos, sin quitar la piel, y las ponemos en la bandeja del horno. Ponemos sal y pimienta y echamos por encima la cebolla, el queso en trozos y el jamón en tiras, y al horno. Aquí ya no hay reglas: yo miraría a partir de los 15 minutos, y cuando se vea que las patatas y el jamón o bacon están dorados por fuera y el queso fundido, se apaga. Luego se saca y se disfruta. Se disfruta pero mucho. Un buen blanco fresquito le sienta de escándalo...
Enjoy your meal... y eso sí, si te vas a hacer una analítica del perfil lipídico, espérate unos días, a que el sedimento se repose. Que luego sale lo que no procede, y el médico se cree lo que no es.
Feliz semana...
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