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miércoles, 10 de mayo de 2017

GALLETAS DE AVENA Y FRUTOS SECOS

Tengo la inmensa suerte de pertenecer a una comunidad de propietarios bastante pacífica donde nos reunimos una vez al año para renovar los cargos, la gente no se pelea y el presidente y el secretario, salvo casos puntuales, no tienen que hacer casi nada más que transcribir las actas y custodiar los libros. Reconozco que disfruto de una rara bendición, porque, por algún motivo, las reuniones de comunidad son de esas ocasiones en que sale a relucir lo peor de la naturaleza humana. Hace mucho años, cuando pasábamos el verano en la casa del Rincón, las reuniones se celebraban en el patio del pomposamente llamado "local comunitario", que era básicamente un entresuelo vacío de mi bloque donde se hacían las fiestecillas de cumpleaños y esas cosas. Y había vecinos que se traían hasta la fiambrera con la tortilla, porque aquello se llevaba su tiempo y no era cosa de quedarse sin cenar. Dicho patio caía justamente debajo de mi lavadero, el cual estaba cerrado por una celosía de hormigón. Durante aquellos veranos las horas eran muy largas, y, como cuando el diablo se aburre mata moscas con el rabo, una de nuestras mayores diversiones, el día que había reunión de comunidad y no nos gustaba lo que echaban en el cine, consistía en sentarnos junto a la celosía a cotillear dicha reunión de principio a fin. Nos lo pasábamos pipa. Más o menos la cosa podía ir así:
Presidente: Bueno, pues el orden del día incluye votar la derrama para pintar los bloques y....
Vecino moroso: Yo no doy un duro más para que luego contratéis a la empresa de tu primo el de Tolox y haga una guarrería como la última vez.
Presidente: Tú no das un duro más ni menos, porque tú hace seis meses que no pagas las cuotas, Pepe. Ya que hablamos del tema.
Moroso: ¡Tú no tienes ningún derecho a pregonar mis intimidades!
Vecina de un quinto A: Tus intimidades ya las pregonas tú solo, que bien que os escuchamos cuando la parienta y tú os tiráis los trastos a la cabeza y no nos dejáis dormir la siesta.
Vecino del quinto B: Y cuando os reconciliáis, también. Tigre.
Moroso: ¡Exijo que esos comentarios no consten en acta!
Presidente al Secretario: ¡Que eso no lo pongas, hombre! Bueno. Aquí el administrador, que va a dar el presupuesto para cambiar los ascensores.
Administrador: Bueno. El presupuesto anual facilitado asciende a la cantidad de.......
Vecino disidente (Mi padre, mira tú por dónde): ¡Qué barbaridad! ¡Estas cifras son abusivas! ¡Leoninas! ¡Exorbitantes!
En mi lavadero: Una amiga (a mí): Hija, qué vocabulario  el de tu padre.
Yo: Sí. Papi es muy leído. Sabe decir que algo es muy caro de treinta y cinco formas diferentes en español, y creo que en alemán y en ruso, también.
Abajo: Vecino del cuarto: Hombre, Joaquín. No me seas del puño, que cambiar los ascensores no es como que te arreglen la batidora.
Otro disidente: ¿Y tú qué te llevas por colocarnos el presupuesto, Paco?
Mujer del administrador, hecha una pantera: ¿¿¿Quién dice que mi marido se queda con dinero??? ¡¡¡Que me lo COMO!!!
¡¡¡FLOOOOSHHH!!!
Varios vecinos al mismo tiempo: ¡¡¡AAAGGGHHH!!! ¿Quién está tirando AGUA?
(Esas éramos nosotras, por si a alguien le cabe alguna duda)
Presidente:  ¡¡¡NIÑOOOO!!! ¡¡¡Como pille al que está tirando agua, se va a enterar!!! ¡¡¡Que no tenéis VERGÜENZA!!!
De pronto veíamos todas esas caras indignadas vueltas hacia arriba. Pero como teníamos las luces apagadas, no nos podían ver...... Ya lo puedo contar, porque, como diría mi hijo, ése es un delito que ya ha prescrito. Así que ya sabéis, vecinos. Yo era la del agua...
Ya en nuestros días, he tenido que asistir a alguna reunión de éstas por temas profesionales. Y constato que nada ha cambiado, excepto que ya soy mayor y no puedo regar a los participantes. Y no os creáis que por falta de ganas. Al sobrado que sabe de todo y le enmienda la plana al de Urbanismo, al técnico que ha hecho el informe, que no tiene ni idea, y al de mantenimiento que no sabe ni empalmar un enchufe y le estamos pagando un dinero. Si me dejaran a mí, arreglaba esto en dos patadas. (No subestiméis nunca a un sobrado. Eso dijo Donald Trump, y ya veis la que tiene liada, ahora que le han "dejado") Al que no tiene nada que proponer y boicotea sistemáticamente todo lo que proponen los demás. Al que no asiste a las reuniones y luego raja de todo, pero no impugna los acuerdos. Al que dice que a él no le sacan un duro si no se lo ordena el juez. Al que.......
Los reconocéis a todos. Lo sé.
Y tú allí en medio, intentando templar gaitas. Y nadie te hace caso. Y luego, a las tres horas, llegas a casa y te metes en la cama, porque ya no eres persona.
Os digo yo que estas cosas no están pagadas con nada en el mundo.
 Y como hay que recuperar energías, yo últimamente me llevo un par de estas galletas fabulosas en plan picoteo mediomañanero en la cartera, y al menos me proporciona cierta energía para lidiar con los comuneros, con los Juzgados, e incluso con algunos clientes particularmente coriáceos.
Ingredientes:
-230 gramos de copos de avena.
-100 gramo de nueces peladas
-100 gramos de pipas de girasol, avellanas o frutos secos al gusto
-150 gramos de harina, yo la puse integral
-150 gramos de azúcar morena
-1/2 cucharadita de levadura de repostería
-2 huevos
-150 ml. de aceite de oliva
- Una cucharadita de extracto de vainilla.
Precalentamos el horno a 200º. Troceamos un poco los frutos secos con la Thermomix o con un mortero, si es en Thermomix un solo golpe a velocidad máxima, nos interesa que quede troceado, no hecho harina. Rehidratamos las pasas en un vaso con agua que pondremos al microondas a potencia máxima un par de minutos. Las sacamos y escurrimos. Forramos una bandeja de horno con papel vegetal. En un bol, mezclamos a mano todos los ingredientes. Debemos poder formar con ellos bolas más o menos compactas, si no es así, iremos añadiendo más harina. Haceos las bolas, las ponemos en la bandeja y las vamos aplastando con la mano. No importa que queden muy juntas, no se expanden. Metemos al horno 20 minutos. Pasado ese tiempo, le damos la vuelta a la bandeja y horneamos otros 10. Hay que tener en cuenta que las galletas se endurecen al enfriarse y deben quedar crujiente, pero si vemos que están muy blandas podemos poner 5 o 10 minutos más. Y a enfriar a una rejilla.

Y, como decía mi abuela, berrenchines se lleva unos los precisos...
Feliz semana.

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