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domingo, 3 de noviembre de 2019

PAN HOKKAIDO

Este fin de semana de temperaturas desquiciantes, me he superado a mí misma. Siempre cocino los fines de semana, pero éste he sacado una superproducción que raya lo patológico. El más beneficiado por esta neurótica cocinorrea ha sido mi hijo el emancipado. Me estuvo contando los comistrajos que se hace, que no se dignaría a probar un hombre de Neandertal un poco refinado. Y a mí se me caían los lagrimones imaginándome a mi pobre e indefenso pequeñín en una ciudad extraña, dentro de una solitaria habitación, comiendo macarrones cocidos con atún (aunque cualquiera que se topara con mi pobre e indefenso pequeñín a las once de la noche en un callejón oscuro se cambiaría rápidamente de acera), así que me he comprado una envasadora al vacío y mi pobre e indefenso pequeñín se ha ido con las alforjas llenas y más contento que unas pascuas. Mi santo, cuando vio un nuevo cacharrico en la cocina, abrió la boca sucumbiendo a un antiguo reflejo de protesta; pero, siendo como es un hombre prudente, cuando vio la expresión asesina de mis ojos, la cerró inmediatamente y volvió a su ecosistema natural (léase sofá del salón), con sus crucigramas, .y yo pasé un rato estupendo con mi nuevo juguete, envasando al vacó croquetas, filetes y raciones de fabada y estofado.  Cuando pierda del todo la cabeza, asaltaré a los transeúntes enarbolando tápers de guisos que les colocaré quieran o no, y los Servicios Sociales me precintarán la cocina. Lo cierto es que a mí la cocina me relaja, y cuando cocino mucho, es porque necesito relajarme mucho. Llevo una semana de despropósitos en el trabajo que me traen de cabeza. Un día acudí al Juzgado con una cliente a la que voy a defender en un procedimiento, para que ella solicitara la documentación que había en los autos, ya que, al no estar yo personada todavía, a mí sola no me los daban. Topamos con un tramitador procesal particularmente coriáceo, que lo primero que hizo es decirnos que no nos podía dar la información. Por la protección de datos, decía.
-Pero, vamos a ver. Si la denuncia la han puesto contra esta señora, ¿tendrá que saber quién la ha denunciado y por qué? ¡Si la interesada es ella!
-A ver, yo les puedo dar la denuncia, pero le tengo que tapar el nombre y los datos
- Y necesitamos también el parte de lesiones.
-Ah, no. El parte de lesiones tiene un montón de información protegida. Lo tenemos prohibidísimo. Letrada, ¿es que no SABE USTED que "hay" una LEY DE PROTECCION DE DATOS? ¿No COMPRENDE lo que le digo?-me soltó, muy subidito él.
Yo estaba absolutamente perpleja,porque hacía tiempo que no escuchaba una colección de estupideces mayor soltada con tanta desenvoltura. Y, creedme escucho muchas a lo largo de la semana.
-Pues mire, sí. Sí, conozco la ley de protección de datos y no, no comprendo nada. El interesado tiene todo el derecho a acceder a un expediente donde se le denuncia con todos los datos necesarios. ¿Cómo se va a defender, si no?
-Bueno, vamos a hacer una cosa- me dijo, muy magnánimo - Yo le enseño el parte de lesiones. Si además no pone nada, no tiene importancia.
-Mire, yo decido si tiene importancia o no. Por favor, déjenoslo leer al menos.
Y aquí se produjo una escena absolutamente esperpéntica, con el figura enseñándome de lejos el parte y quitandomelo de delante cuando veía que me acercaba demasiado, como quien le enseña y le retira el capote al toro. Mi cliente estaba boquiabierta y yo, más cabreada que una mona.
-Mire, yo así no puedo ver lo que pone.
-Pues persónese usted y entonces podrá ver lo que quiera.
-Y lo voy a hacer de inmediato, pero mientras la señora tiene que saber lo que hay en el expediente.
-Lo que le he dado. Protección...
-... De datos, sí. Algo nos ha mencionado. Gracias y buenos días.
Y me personé, y cuando fui con la personación hecha,y aunque muy a su pesar, me dejaron ver lo que me dio la gana, porque así lo dice la ley y porque yo también tengo obligación de proteger los datos que manejo. Pero está claro que el día que les dieron eso en el cursillo, este genio del foro estaba con la gripe, o tomando cañas.  O sea, yo puedo ver el expediente, pero la persona interesada, que me ha autorizado a mí a hacerlo, no. Flipas en colores. Total, que me llevé un cabreo supino, constatando una vez más cómo en el mundo de la justicia, para no pocos funcionarios (gracias a Dios, lo normal es que sean gente profesional y responsable) los justiciables y los profesionales somos El Enemigo, ese al que hay que poner en las ruedas todos los palos posibles, porque les haces trabajar y no les apetece, porque tienen ardor de estómago o, simplemente, porque pueden. En fin, no vale la pena llevarse berrinches por la estupidez y la mala voluntad humana, porque siempre nos vamos a dar de narices con ellas, en un momento o en otro. Pero entre una cosa y otra, llega el sábado y cocino y cocino y cocino como si no hubiese un mañana, para olvidarme de todo. Sí, creo que eso me lo van a tener que mirar...
Buscando por Internet una receta de un pan muy esponjoso, me di con esta maravilla de origen japonés al parecer (aunque la masa de arranque la llaman thang zhong y dentro de mi incultura linguística, me suena mucho más a chino) Esta masa de inicio, que se cuece como una bechamel, le da al pan una esponjosidad fuera de lo común, dando como resultado un pan muy tierno y ligeramente dulce que a mí me resulta absolutamente adictivo.
Para el thang zhong:
-25 gramos de harina de fuerza.
-180 ml. de leche.
Para la masa:
-El thang zhong ya frío
-400 gramos de harina de fuerza.
-125 ml. de leche
-60 ml. de leche condensada.
-7 gtamos de levadura seca de panadero o 15 de la fresca.
-40 gramos de azúcar.
-Una cucharadita de sal.
-60 gramos de mantequilla fundida.
-Un huevo, más otro extra para pintar el pan por encima.
Primero preparamos el thang zhong, poniendo en un cazo la leche y la harina a fuego bajo y removiendo hasta que se nos forma una papilla espesa, que apartamos y dejamos entibiar. Luego mezclamos todos los ingredientes en un bol y amasamos unos diez minutos, y ponemos la masa toda la noche en la nevera. Al día siguiente sacamos la masa y la dejamos atemperar hasta que sube´a casi el doble, esto llevará unas horas. Yo la pongo en el horno calentado a 30º, el mínimo. Cuando ha subido,  engrasamos y enharinamos un molde alargado. Dividimos la masa en tres bolas y con cada una de ellas formamos un cilindro que pondremos en el molde, uno al lado del otro, muy apretadito. Luego reservamos el pan en un sitio cálido hasta que leva de nuevo hasta casi el doble. Precalentamos el horno a 180º y cuando ya haya calentado, batimos el huevo para pintar y con una brocha de cocina vamos impregnando el pan, con mucho cuidado de que no se nos baje. De modo opcional, podemos espolvorearle un poco de azúcar por encima. Dejamos al horno 40 minutos; a la media hora lo miramos y si vemos que se está dorando mucho le ponemos por encima una hoja de papel de aluminio para que no se queme. Cuando termine el tiempo de cocción, lo sacamos del horno y lo dejamos reposar unos minutos. Luego lo sacamos con cuidado del molde y lo volvemos a meter desmoldado en el horno otros 10 minutos, con el aluminio por encima, para que se termine de hacer bien por dentro. Luego se saca y se deja enfriar sobre una rejilla. Es fantástico por la texturasuperesponjosa que tiene y de lo más adecuado para pegarse un buen y autoindulgente desayuno, con su correspondiente mantequillaza y mermeladaza.

 

En fin, queridos. No hagáis como yo y no discutáis con idiotas. Es verdaderamente agotador y se pierde siempre. Cocinar contribuye mucho más a que el mundo sea un poco mejor.
Feliz semana a todos...



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