Buscar este blog

domingo, 31 de mayo de 2020

PAN DE CALABAZA

La semana transcurrida se ha saldado con la irreversible parada cardiorrespiratoria de mi nevera. Tenía ya quince años y muchísimo trote, y se nos fue dejando tras de sí una catástrofe de alimentos inservibles que intenté rescatar con desesperación, embutiendo mi ya abarrotado arcón congelador hasta el límite de lo imposible. Eso teniendo en cuenta que desde el pasado verano estamos diciendo de descongelarlo, tarea complicada debido a mi absoluta aversión al vacío alimenticio. De manera que, como es antigüillo, no es No Frost. De hecho, el modelo tira más a Frost a Tutiplén, tanto que alberga en su interior una réplica a escala del glaciar Perito Moreno. Ante la muerte de la nevera, inmensa, de las americanas, donde podía meterme dentro a meditar en verano, mi marido, que me conoce metida en un saco, me suplicó por Dios y por todos los santos que no se me ocurriera comprar una igual, sino un combi normalito, que somos una familia de tres personas con un invitado ocasional añadido, y no un campamento de verano para preadolescentes famélicos. Eso sí, lo que terminó de convencerme fue el pensamiento de que el invitado ocasional, mi hijo el emancipado, no podría guardar en ella sus bolsas de cebos para la pesca. No me lo tengas en cuenta, cariño. Porque no pocas veces, al abrir la nevera con la inocente intención de preparar la cena, me he encontrado de frente con un táper inmenso (siempre me cogía de los mejores, naturalmente) al través de cuyas paredes me miraban unas apestosas sardinas de ojos vidriosos destinadas a carnaza, que ya hacía días que no veían el mar. O, todavía peor, un recipiente de lombrices. ¡Lombrices! Y por ahí, amigos, sí que no pasaba.
-Niño, ¡¡¡SACAME ESA ASQUEROSIDAD INMEDIATAMENTE DE LA NEVERA!!!
-Mamaaaaa, tranquila. Mañana me las llevo. Si no hacen nada.
-¿¿¿Me estás diciendo que esas COSAS están VIVAS???
-Pues claro. Si no, no valen. Los peces tienen que ver que se mueven y.....
-¡Que no me des detalles! ¿Y si se escapan y me invaden la nevera? ¡¡¡No quiero ni pensarlo!!!
-Que noooo. Si están aletargadas por el frío. Que se portan muy bien. De verdad. ¿Quieres ver una? Son una monada.
-¡¡¡¡¡¡NOOOOO!!!!!! Y como mañana las vea por aquí, se las tiro a las macetas. Avisado quedas.
-Joooooo, cómo te pones por unos gusanarrios de ná. Que síííí, que me las llevo...
En fin. A lo que iba. Me fui despavorida a la página de El Corte Inglés. Y estaba colapsada. ¿Qué nos ha pasado a todos con los electrodomésticos? Así que al día siguiente me planté in situ, obsesionada ante la idea de pillar una salmonella galopante. Sólo estaba operativa la sección de electrodomésticos pequeños, pero ante mi desesperación, rayana en la demencia, con mucha amabilidad me hicieron ellos la gestión en la página. Que, por cierto, funcionaba perfectamente. Iba a tener la nueva en dos días. Casi les beso los pies, con lo cual dejé un recuerdo imborrable (y justificado) de clienta coronahistérica, amén de cazurra tecnológica. 
La nevera nueva llegó a su debido tiempo. Cuando los transportistas vieron la vieja, para retirar, la mirada que se dirigieron mutuamente era un poema, ante la tesitura de tener que llevarse a pulso aquel sarcófago de tres cuerpos. En su favor hay que decir que lo lograron sin llevarse de cuajo una esquina de la puerta de la calle, y sin soltar más que un sobrio "oú, vieo", por todo comentario. Cuando se fueron, me puse en la cocina, enfrente del frigo nuevecito. Precioso, flamante, y....
-¿Qué te parece?
-.....Pequeño.....
A ver, y no es pequeño. De hecho, cabe bastante más de lo que parece (soy experta en colocar cosas en el menor espacio posible, a modo de Tetris), pero comparado con el otro, pues me pareció al principio una soberana birria. Luego he visto que es cuestión de cambiar de chip y de escalas: menos compra, menos almacenamiento. Ahora estoy encantada. Sobre todo, para prevenir situaciones futuras, porque cuando tuvimos que estar comiendo de lo que salió del congelador, estaba hasta el unicornio de que el táper sorpresa fuera siempre de lentejas. Quillo, qué hartura de lentejas. He tenido hasta pesadillas. Creo que todavía quedan algunos recipientes de ellas: parece mentira lo que da de sí un paquete de un kilo. He hecho potaje de lentejas, curry de lentejas, hamburguesas de lentejas. He hecho todo lo que se puede hacer en el mundo con lentejas guisadas. Así que le prometí al resto de los damnificados de la casa que no cocino nada más hasta que se acabe todo lo del arcón de abajo y podamos derretir la representación a escala del Perito Moreno. No sé si podré aguantar tanto: la cocina es para mí una auténtica adicción. Luego saqué al azar otras cosas para consumir. Salieron una coliflor congelada, (para tortilla), croquetas (oleeee) y una bolsa de medio kilo de calabaza congelada. Y en vez de hacer otra cosa, se me ocurrió lo del pan. Esta es una receta que saqué, con adaptaciones, de  la página Hogarmanía, de San Karlos Arguñano, que tanto ha hecho por la cocina de este país, y sale un pan muy tierno y jugoso, ligerísimamente dulce pero que se puede tomar con todo.
Ingredientes:
-500 gramos de calabaza pelada y troceada.
-Una cucharada sopera de miel.
-Una cucharada sopera de sal.
-Una cucharadita de levadura seca de panadería o 15 gramos de la fresca.
-500 gramos de harina de fuerza (yo puse integral)
- Huevo batido y un puñado de pipas de calabaza, para decorar.
Ponemos a cocer la calabaza en una cazuela 15-20 minutos, hasta que queda tierna. Escurrimos y reservamos. Guardamos el agua de cocción. Dejamos entibiar.
Trituramos la calabaza con la batidora o Thermomix. Ponemos todos los ingredientes en un bol, disolviendo la levadura en un culín del agua de cocción, que no debe estar demasiado caliente, y amasamos bien durante unos diez minutos, añadiendo el agua de cocción de la calabaza a poquitos, hasta que nos quede una masa de consistencia manejable. O bien ponemos todo a amasar en la Thermomix, mezclando primero todo a velocidad máxima unos segundos, y poniendo luego posición vaso cerrado, vel. espiga, cinco minutos. Es considerablemente menos pringoso, también menos artesanal. Yo elijo uno u otro método según me dé el día. Dejamos la masa en el bol, o en el vaso de la Thermomix, y la dejamos levar una hora y media. Eso dice la receta original. Yo la dejo levar en frío, dentro de la nevera, toda la noche, y obtengo un resultado mucho mejor de sabor y textura. Ya depende de la paciencia o impaciencia de cada uno. Una vez levado, aplastamos la masa y le damos forma de bola, la ponemos en una bandeja forrada de papel de horno y la dejamos subir de nuevo una hora más. Mientras, dejamos precalentando el horno a 220º. Después pintamos la masa con un poco de huevo batido, esparcimos por encima las pipas de calabaza y para adentro del horno unos 40 minutos. A los 25-30 minutos vemos si está ya bastante dorado, si es así le ponemos una hoja de papel de aluminio por encima y dejamos el resto del tiempo.
Sacamos y dejamos enfriar sobre rejilla. Véase foto. Las nueces no guardan ninguna relación; pasaban por allí, pero hace mono.


Y aquí estoy, en fase de desintoxicación culinaria transitoria, casi absoluta. Hola, me llamo Cuchara Perversa y soy cocinoréxica. Me tienen bajo control domiciliario estricto. Ya os contaré si resisto o si me levanto por las noches para poner pucheros clandestinos. No quiero ni pensarlo.
Feliz semana a todos...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.