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miércoles, 1 de octubre de 2014

CARRILLERAS ESTOFADAS. Volvemos a la sensatez culinaria.

Ya nos tocaba. En cuanto remite un poco el calor, se vuelven a tener ganas de platos con fundamento.  Vuelvo al mercado, que es el lugar del mundo donde más me gusta estar, seguido de cerca por el Mercadona. Me gusta un Mercadona más que a un tonto un lápiz: ni tiendas de ropa, ni joyerío, ni ná.  Qué poquísimo glamour. Soy mujer para un pobre, qué le vamos a hacer.
 Pues sí, me encanta darme una vuelta por el mercado, que es un espectáculo en cualquier época del año. Veo a los guiris de rigor sacándose fotos con el del puesto de las almendras, que está el hombre más retratado que George Clooney. Presencio escenas curiosas, como esa vez que una chica que estaba delante de mí le pidió al frutero "una" guindilla, y el hombre que le respondía muy serio:
- Sí, mujer. Pero espérate un momento, que le pida a mi primo el peso de la cocaína. Que con éste no nos arreglamos, reina. Como comprenderás.
O a cierto señor que conozco, con el que es muy divertido ir a hacer la compra, muy trajeado él, ensombrerado y enmaletinado, poniéndose en jarras como la más clásica mamma italiana y vociferándole al pescadero:
- ¡Fulanito! ¿Esos boquerones me vas a dar?  Esos boquerones para ti y para tu hermana. A mí me das de los que tienes debajo del mostrador, ¡so cacho de xxxxxxx!
Y vengan barbaridades por esa boca, y a tratarse el pescadero y él de xxxx y de zzzz para arriba. Se tronchan los dos, eso sí. Porque el lenguaje del mercado es pintoresco: el intercambio de  risueñas atrocidades  entre los de los puestos y con los clientes de confianza  está a la orden del día. Daos una vuelta por allí, que vais a escuchar expresiones que no tienen desperdicio. Y muchas que no habréis oído nunca, y que pondrían colorado al más recio camionero....
Y , en otro orden de cosas, cuidadito, porque tienes que pedir siempre la vez. Sobre todo si es un puesto grande. Porque luego van llegando los arrimados, como de extranjis, a intentar colarse. Por los laterales, silbando. Ya me los conozco. Doña Pepa, mi señora madre, me enseñó a identificarlos y a hacerles un placaje:
- Mírala, mírala, cómo llega, con esa cara de suavona. Atenta, nena.  Plántale el carrito delante, que la estoy viendo venir.
Y si todo esto fallaba, mami le montaba el correspondiente floreo a la citada suavona, muy fina, eso sí:
- En el puesto se pide la vez, señora. Que todos tenemos cosas que hacer... No, si usted no se querría colar ¡Cualquier día!
Hacía falta mucho valor para hacerle frente a la Pepa desencadenada. De verdad. Nunca vi a nadie que lo lograra.
Un consejo: mucho cuidado cuando vayáis a una frutería que tenga dos cajas de género aparentemente iguales, una delante y otra detrás. Porque ocurre a veces,- no siempre-,que la de delante tendrá piezas vistosas y bonitas, las pediréis, y algún frutero hay, -no todos- más fino de manos que un trilero, que os colará varias piezas de la caja de atrás, mucho más pochas. Advertidos estáis. Venir al mercado, como veis, conlleva diversión, conseguir los ingredientes de los mejores menús y además, intriga y suspense. ¿Qué más queremos, señor?
Sigo mi ruta y ahora voy a ver a mi carnicero. El hombre me perdona mis frecuentes infidelidades como consumidora, porque cada vez que voy me dejo un perraje. En el super me puedo llevar las chuletas y la pechuga de pollo, pero cuando quiero hacer un buen guiso, me voy siempre a este puesto, que tiene un género buenísimo. Claro, lo pagas. Pasan dos chicas extranjeras por mi lado, señalan la cabeza de cerdo que hay expuesta y gimen "Oh, my God!!!", entre aspavientos múltiples. A lo que comenta, lapidario, mi carnicero:
- Por eso tienen cara de espárrago: será lo único que coman.
Que conste que yo respeto a los vegetarianos. Incluso guiso platos vegetarianos con cierta frecuencia. Ya os pondré uno cualquier día. Pero me vais a perdonar: yo no lo puedo ser, habiendo en el mundo jamón de bellota. Reconozco mi debilidad..... y me traigo medio puesto, porque no tengo de nada, entre otras cosas, unas carrilleras de cerdo, que dan un estofado bien ligado, sabroso y exquisito.

Ingredientes:
- 1 kilo de carrilleras de cerdo o de ternera
- Dos o tres zanahorias
- Una ramita de apio
- Un tomate
- Una cebolla
- Tres o cuatro dientes de ajo
- Una lata de guisantes
- Alcachofas en lata o congeladas si no tenemos naturales
- Champiñones
- Un poco de pimienta molida y tres o cuatro granos
- Dos clavos de especia
- Sal
- Aceite
- Una hoja de laurel
- Un vasito de vino blanco. Puede ser tinto, pero cambiará el color del guiso. En cualquier caso, no le pongas un vino que no te beberías.
Ponemos una cazuela al fuego con un fondo de aceite, en el que doraremos las carrilleras. Estas las habremos limpiado un poquito por fuera de grasillas y demás, pero es mejor dejarlas enteras para que queden más jugosas. Luego, ya guisadas, las podemos apartar y pulir un poquito. así nos llevaremos menos carne, para devolverlas así a la olla.
Una vez salteadas,las ponemos en la cazuela, añadiendo todos los ingredientes, menos las verduras que pudieran ser de lata. Ponemos todo al fuego dos o tres horas, a fuego no demasiado fuerte, añadiendo agua si vemos que queda seco. Quien use olla exprés deberá ajustar los tiempos, lógicamente. A mí ya sabéis que me dan yuyu.
 La última media hora pondremos las verduras de lata, y si queremos, sacermos el tomate ya cocido y la cebolla y lo pasaremos por la batidora, para añadirlo después y que quede más ligado.
Como todos los guisos, está mucho mejor de un día para otro.
Se le ponen unas patatas fritas y se acompañan de una copa de buen vino y un pan decente y ya tenemos arreglado el día. Haya sido como haya sido.

Disfrutemos de lo que todavía nos dejan....

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