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miércoles, 15 de octubre de 2014

QUESO PARA UNTAR CASERO (LABNEH)

 Ultimamente, para desesperación del activista antiqueso con el que convivo,  no sólo lo compro y lo como, sino que me ha dado por fabricarlo también. Como lo oís. Sabéis que adoro complicarme la vida con este tipo de menesteres. Mi última majaretada gastronómica ha consistido en pedir por Internet un kit para hacer queso, que es como un Quimicefa culinario o, para los que tengáis edad suficiente, como un juego de la señorita Pepis de la vaquera de la Finojosa. Estoy la mar de entretenida, ya voy por dos quesos frescos y uno curado, y una tanda de cuajada, maravillosa. Nada que ver con esa cosa gelatinosa que nos venden en el super. Hace tiempo que intentaba hacerme con cuajo para hacer el queso, después de que en innumerables sitios de Internet afirmasen con total impunidad que se vende en las farmacias. En las de Málaga capital, ya os aseguro que no. He preguntado en siete farmacias. En aquellas en que me atendía el farmacéutico, si era de cierta edad, me decía que "antes" (de Cristo, supongo) sí se vendía, pero que hace mucho tiempo que no lo traen. Si me tocaba un mancebo/a jovencito, me miraba -quizá con ciertos motivos- como si yo estuviera tarada: ("Eso no lo hemos tenido "en la vida" ¿Y dice que sirve para hacer "queso"?") Claro, algunos creen que los quesos van directamente de una mata a un sobre de celofán, en lonchas. Angelitos.
Bueno, pues ya he puesto a escurrir el segundo queso fresco (el primero ya murió, descanse en paz), y mi queso para curar está en la nevera, cubierto de pimentón. No todo han sido éxitos: ha habido dos intentos fallidos por sucesivos problemillas con la temperatura, que han dado como resultado una cosa grumosa parecida a la que expelía la niña del Exorcista, aunque de color blanco, pero aún así, ha salido un queso como el cottage que venden en tarrina para las ensaladas, así como desmenuzado, muy bueno de sabor (de verdad), pero imposible de prensar, porque queda hecho viruta.. En fin, que se me han acabado los fermentos para el queso curado, y ya he tenido que pedir más. Se estarán frotando las manos con mi ineptitud. El caso es que quiero lograr un segundo queso curado y lo haré en cuanto me lleguen. Hasta leche de oveja he encontrado para cuando llegue el momento. En cuanto a mi bonito y logrado queso puesto a curar, esto va a ser como llevar un embarazo a término: tomará su tiempo. Unos tres o cuatro meses. De momento, tras el primer día que hay que hacerles veinte mil cosas a los quesos (calentar, mezclar los mejunjes, colar el suero, prensar y poner en salmuera), mi tarea se reduce a darle la vuelta cada día y a vigilar que no se me llene de moho y salga de la nevera por sus propios medios.
 Qué bien ¡Qué bien! ¡Sé hacer queso de verdad! ¡Yupi!

Aquí, el señor Queso Fresco. Perdonen que no me levante, pero aún estoy escurriendo suero por un tubo.


Aquí, el queso curado al pimentón al inicio de su gestación.
A un nivel mucho más asumible, esta crema, que parece procede de Oriente Medio, es buenísima para untar en una tostada con un buen vinito, en un aperitivo. Fácil a más no poder, y desde luego, curiosa. Sólo necesitamos un litro de yogur griego natural. Cogemos un bol grande, le ponemos encima un colador amplio y sobre él un paño de hilo, fino y limpio, y vertemos el yogur en él. Lo ponemos en la nevera y esperamos tres días a que suelte todo el suero y se espese. Nos mojamos las manos, vamos haciendo bolitas y las ponemos con cuidado en un tarro de cristal. Cubrimos con aceite de oliva y añadimos algunas hierbas aromáticas (albahaca, tomillo....) y algunos granos de pimienta. Se guarda todo en el frigo y mientras esté cubierto bien de aceite nos durará.


La nevera está llena de derivados queseros. Mi pobre antiqueso está desesperado..... rogad por él.

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