Buscar este blog

miércoles, 25 de febrero de 2015

QUESILLO CANARIO

Aquí nos encontramos, en un luminoso día de Semana Blanca en la que mis hijos han salido disparados, por una misteriosa fuerza centrípeta llamada "Amigos/Otras categorías" fuera de casa. Son avistados de vez en cuando. Con mayor probabilidad, a las horas de comer. Con suerte, a la de dormir, y, con certeza absoluta, como que mañana saldrá de nuevo el sol que nos alumbra, cuando se quedan sin dinero. Entonces se acuerdan de su mamacita del alma y les tengo aquí como un clavo. El tema se desarrolla más o menos así:
Los sensores infrarrojos maternos detectan una presencia.
-Bienvenido al cajero MamiRed 24 horas. Por favor, introduzca su clave.
-Mamááá
-Clave correcta. Por favor, seleccione operación.
-Que me hace falta dinero
-¡Niño! ¿Otra vez?
-Es que tuve que pagar unos apuntes.
-Vale. Teclee importe.
-Necesito xxxx.
-Importe máximo permitido sobrepasado. Teclee otra cantidad y seleccione CONFIRMAR. -¡Sí, hombre! Tú estás majara. Te doy xx y vas que te matas. ¡Amos, anda! A ver si te crees que tus padres son los Botín.
-Bueeeno.
-Esta operación tiene comisión. -Y no te doy un duro hasta que hayas repasado. 
-¿Desea realizar otra operación?
-Sí. ¿Me planchas una camiseta?
-Operación no disponible. Te la planchas tú, hermoso, que yo tengo mucho que hacer.
- Joooooo, madre.
-Gracias por su visita. - Ni joooo ni jaaaa. Anda, niño, y vete por ahí a orearte. 
Y, en un rasgo de optimismo desternillante, añado:
- Y tráeme lo que sobre de vuelta.
Con esto compro un poco de tranquilidad para trabajar sin ser interrumpida. Me estoy preparando un próximo juicio. De oficio. Un verdadero chumbo. Es uno de esos supuestos en que las pretensiones de tu cliente, sin ser lo bastante disparatadas para poder renunciar al turno por pretensión insostenible, lo son más que suficiente para que sepas que está más perdido que las Filipinas. Y eso, por mucho que intentes hacer entrar en razón al justiciable, que no se baja del burro y que tiene ganas de pleito gore,  así como "La matanza de Texas" de esos que manchan mucho, con muchísima sangre y pedazos de pellejo volando por los aires. Donde pretende hacerse un rosario con los dientes de marfil del oponente, y una zambomba con su diafragma disecado. Y eso lo tengo que hacer yo. Así que aquí estoy, preparándome el guión, afilándome los cuernos y aprendiéndome el papel de mala del culebrón, con hombreras incluidas.  Me ha tocado bailar con la más fea. Pero lo que más me llega al alma es que Su Señoría, que sabe perfectamente que estás limitándote a hacer tu papel con la menor indignidad posible, te pone a caldo lo mismo. Continuando con el símil de los culebrones, es como cuando la actriz que hace de villana va por la calle, la mujer, a comprar el pan, y salen las telespectadoras a abordarla, a moñearla y a tirarle tomates, por lo mala y lo perra que es y lo que hace sufrir a la pobre Corina Alejandra. Pues lo mismo. Entre eso y que estoy en vísperas de dieta, porque este acolchado invernal me lo quito yo sí o sí, tengo la moral derrotada. Me consuelo preparándome, como despedida, un quesillo canario. Para mí es el rey de los flanes, el flan 3.0. Es suave, cremoso y exquisito.
Este verano me traje de la Palma varios recuerdos, alguna de mis arrobas de más, dos o tres quesos memorables y otro recetario de postres. Y aquí está:
Receta:
- 4 huevos
- 1 lata pequeña de leche condensada.
- 2 medidas de la lata de leche entera. También se puede poner, de esa cantidad, 200 ml. de leche Ideal o nata, para que quede más cremoso.
- 1 cucharadita pequeña de canela molida.
- La ralladura de un limón.
- Opcional: galletas o 150 gramos de magdalenas o bizcocho que se hayan quedado secos.
- Caramelo líquido.
Precalentamos el horno a 180º. Batimos todos los ingredientes, menos las galletas si las utilizamos, y caramelizamos el fondo de un moldo para horno, redondo o de plum-cake. Vertemos la mezcla y ponemos las galletas o bizcocho, se quedarán flotando y al darle la vuelta formará la base.
Ponemos el molde en la bandeja del horno, llena de agua caliente, y lo dejamos aproximadamente una hora, hasta que al pinchar con la aguja salga seco.
Sacamos y dejamos enfriar sobre una rejilla. Si vemos que el bizcocho o galleta se ha quedado seco, podemos verter por encima un poco de leche y pinchar con la aguja unas cuantas veces, para que esponje. Cuando esté frío, le damos la vuelta y desmoldamos.

Qué bueno. ¡Qué bueno! En una temporada no lo voy a a ver más que en foto. Snifffff.......

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.