Los sábados son los días en los que suelo hacer la compra semanal en el mercado y, con la euforia propia del fin de semana, me atrevo con cualquier cosa. Me entusiasmo con lo fresco y bonito y verde que está todo, y todo lo quiero, así cuando llego a casa y empiezo a sacar bolsas, la euforia decrece ligeramente: me he traído tres kilos de alcachofas (halaaaaa....), tres de tomates para freír (te has pasado tres pueblos, hermosa) y judías verdes en cantidad (no tienes hartura), con lo cual me voy a pasar una buena parte de mi preciado fin de semana pelando, picando, generando toneladas de residuos y poniéndome las manos negras. Pero, bueno, después de todo, me encanta el resultado, así que me llevo mi tablet a la cocina para ver series antiguas, y al final paso un rato muy entretenido, feliz como una tonta con un pirulí.
Recuerdo aquellos días lejanos en que me mandaban a la compra, con mi cesta de rafia a rayas y perseguida por vente mil recomendaciones:
-Que no vayas a la panadería de Pepi, que me da las vienas muy blancas y luego hay que aguantar a tu padre con que el pan está crudo. Te vas a la de la calle San Quintín. Y cuidadito con comerte los picos, que te conozco y no tienes más parientes que tus dientes. Y a la de la frutería le dices que los tomates que me dio el otro día estaban más chuchurríos que ella. A ver lo que me traes...
La frutera y mi madre eran dos antagónicas fuerzas de la naturaleza cuya confrontación siempre daba juego, y cuyos mutuos dardos verbales daban lugar a encendidos debates, exacerbados por el irresistible impulso que tenía doña Pepa de corregir a todo el mundo. Una vez, concretamente, fui testigo del siguiente diálogo, digno de figurar en las Etimologías de San Isidoro, o, como mínimo, en los programas de radio de los hermanos Marx:
Mamá: Dame dos kilos de mandarinas.Frutera: Yo te las pongo, pero que sepas que se dice MONDARINAS.
Mamá: ¿¿¿Cómoooo??? Nooooo, hija de mi vida. Se dice MAN-DA-RI-NAS, porque vienen de la China, como los tíos esos de la coleta que vienen dibujados en el paquete del flan ¿Será posible que lo lleves diciendo mal toda la vida?
Frutera: (En jarras) De eso, nada, alma mía. Se dice MONDARINAS, porque se MONDAN. ¿Tú de qué nido te has caído, prenda? Vamos, si eso lo sabe todo el mundo, que es de cajón.
Mamá: (Echando humo por las orejas) ¿De cajón? Será de cajón de pino. Que me pongas dos kilos de MANDARINAS, y a ver si aprendemos a hablar.
Frutera: Ya, ya te peso las MONDARINAS. Y no me lo digas con ese "rintintín"
Mamá: ¿Rin Tin Tín? ¡Estás tú buena! ¿Ese no era el perro que salía en una serie? (cierto: a los más jóvenes, os remito a Google) Vamos... "Rintintín". ¿Tendrá valor la castellana? Y me pones también un kilo de PLÁ-TA-NOS. Pero de esos de delante no, que están más negros que mi corazón.
Frutera: Ojúúú, Pepita. Pues anda que no vienes delicada tú hoy... Oye, nena (eso era a mí) Tú que vas al colegio, ¿se dice MONDARINAS o MANDARINAS?
Yo: Estoooooo...... mamá, que yo mejor me voy adelantando a la droguería y así tardamos menos...
Aunque parezca lo contrario, se llevaban razonablemente bien: cada una apreciaba a la otra al modo en que lo hacen los contrincantes dignos en el ring. Pero otro día llegaba yo sola, inocente de mí, y todos los tiritos eran para mi persona. Algo como:
-Hola, bonita ¿Qué te pongo hoy, que tu madre la académica de la lengua no le ponga pegas? ¿Plátanos negros, tomates pochos o de esas cosas naranjas que tomáis para el postre?
-Pues mira, Paqui..... que con tres kilos de patatas me apaño, de verdad.
Yo era muy prudente y me abstenía de transmitir cualquier comentario de una parte a otra, ni de tomar partido por ninguna. Siempre tuve espíritu conciliador, aunque nunca fui capaz de pedir mondarinas en ningún sitio.... y lo he oído en varios.
Bueno, pues ya me he tragado un par de capítulos de La huella del crimen, pedazo de serie, y tengo listas las alcachofas para preparar tal que esto, que está muy rico:
Receta:
-1 kg. de alcachofas.
-Una cebolla
-Cuatro dientes de ajo.
-Un vaso de vino Montilla-Moriles.
-250 gramos de jamón en tacos. Del mejor que pilles.
-Sal o una pastilla de caldo, pimienta y unas hebras de azafrán.
-Aceite.
-Una cucharada de Maizena.
-Huevos duros para acompañar (opcional)
Se limpian bien las alcachofas, retirando las hojas duras y cortando las puntas. Yo pelo el tallo y lo utilizo también. Se ponen en agua con zumo de limón.
Pelamos y picamos finos la cebolla y los ajos y los ponemos en una cazuela a pochar, sin que se doren. Añadimos los tacos de jamón y les damos unas vueltas. Se escurren las alcachofas y se añaden. Se pone el vino, la sal o caldo, la pimienta y el azafrán. Se disuelve la cucharada de Maizena en un vaso de agua y se añade también. Se pone más agua que cubra todo y a cocer unos 20 minutos, o hasta que la salsa se haya reducido y espesado.
Se sirve con los huevos duros en cuartos y se acompaña todo de una buena barra de pan, para hacer barquitos del tamaño del Queen Elizabeth. Altamente recomendable.
Feliz semana a todos....
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