Un nuevo lunes amanece sobre los restos mortales del fin de semana. Voy por casa recogiendo diversas prendas de vestir que por alguna extraña ley de atracción siempre terminan aterrizando en el comedor y no en el dormitorio de sus respectivos dueños, y aún menos en la lavadora o el cesto de la ropa sucia, objetos éstos que sólo yo parezco ver, quizá por estar dotada de poderes de percepción extrasensorial. Dentro de una bolsa, arrugado como un higo, está el traje de kárate de mi hijo, que pide una limpieza con lágrimas en los ojos. Tiene varias manchas de naturaleza y antigüedad indeterminada. Mi hijo suele venir del kárate sudoroso, hecho un Ecce Homo y feliz como una perdiz.
-Mamá. No veas la paliza que me han dado hoy. Me han "caneao", pero bien.
Eso sí: tendríais que ver cómo ha quedado el otro.... Mi criatura, a su corta edad, está surcado de cicatrices como un lobo de mar. Empezando por la de la ceja izquierda, de cuando se pegó un leñazo en el columpio de la guardería. Su infancia estuvo surcada de llamadas a mi teléfono (y sólo al mío), cuando tenía que irme despepitada a recoger al niño, que se me había escoñado otra vez. Está también esa vez que se abrió la otra ceja, para tenerla a juego, cuando estaba en primero o segundo de Infantil. Llegué y me encontré a su profesora al borde del desmayo, apretándole un pañuelo en la frente. La explicación que dio fue:
-Yo corría. Y cuando llegué al muro, cerré los ojos y me lo comí.
Le llevé a urgencias y me lo devolvieron bien remendado, con su costurita en la ceja. Una enfermera salió, lanzándonos una mirada que, cual la del basilisco, nos hubiese reducido a cenizas de tener ese poder. Mi niño la señaló con el dedo y me dijo:
-Le di un mordisco en la teta a esa enfermera, porque no quería que me sujetase más.
Me apresuré a llevármelo, antes de que me pidiesen una indemnización por daños y perjuicios, con una vergüenza horrorosa. Otra tarde me llamó la monja de la portería, toda angustiada, diciendo que el niño se había metido una piedra en la nariz y no se la podían sacar. Volé al colegio y encontré a mi bestezuela salvaje rodeado de críos que vociferaban:
-¡Yo le he visto!
-¡Se ha metido una piedra "ASI" de gorda"!
-¡Noooo! Era una canica.
-¡Era un chino!
Intentando mantener algo de sangre fría, le pregunté:
-Nene ¿cómo era de grande la piedra?
-Muy gorda, mami. Es tan gorda que no "puedo" respirar.- me contestó con una flema anglosajona absoluta y una dicción clarísima.
Con cierta escama, pero aún con algunas dudas, me lo llevé al Materno, a la admisión.
-¿Qué le pasa al nene, señora?
-Pues mire usted, que jugando se ha metido una piedra, o una canica, o algo en la nariz.
-Y no puedo respirar ni hablar- metió baza la criatura.
La enfermera de admisión nos miró con cara de haba total y absoluta y nos dijo:
-Bueno, pues ahora les llamo.
Al rato nos llamaron, las cosas como son, y nos atendió una pediatra bastante parca en palabras. Le repetí la historia. Le estuvo examinando y palpando la nariz:
- Nene, ¿dónde está la piedra? ¿En este agujero?
-Sí.
-No.
-En el otro.
-No.
-En el otro.
Le tapó cada uno de ellos alternativamente diciéndole cada vez:
-Anda, sopla fuerte.
-¡¡¡FUFFFF!!! ¡¡¡FFFFFUUFFFF!!!
-Pues ya está, señora. Que no tiene nada. Con Dios. ¡Siguiente!
Salí por la puerta, abochornada de pies a cabeza y deseando que la tierra me engulliera piadosamente.
-¡¡¡NIÑO!!! ¿¿¿Cómo se te ocurre decir que tienes una piedra en la nariz, si es mentira???
-Ah. La piedra. No me la metí en la nariz, me la metí en la boca y luego la escupí- me dijo, tan tranquilo, el pequeño monstruo.-Pero es que se me había olvidado.
Años después, se pegó un cocorotazo con otro niño jugando al fútbol. Cabeza con cabeza, como dos ciervos en la berrea. El otro niño lloriqueaba en un rincón, aparentemente ileso. El mío, con la frente y el ojo a la funerala y tres veces de su tamaño (ahí sí que me asusté), decía:
-Mamá, ése es tonto. Me revienta la cabeza a "mí" y llora él....
Antes de que yo apareciese para llevarle a urgencias, (hogar, dulce hogar), se estuvo divirtiendo un montón enseñándole el ojo a todas las niñas que se encontraba, las cuales salían huyendo despavoridas. En fin, que yo vivía en un ay, pidiéndole a los santos cada día que me devolvieran al niño de una pieza. Su crecimiento estuvo punteado con harta frecuencia por frases como:
-Ah. Eso. Me lo he hecho jugando al fútbol.
-Esto, que me he clavado un anzuelo cuando pescaba.
-Este corte, que me ha resbalado el cuchillo pelando patatas....
-Que me he quemado con un mechero.Y cuando se abrió la mano en el parque de La Toja y cuando le mordió aquel perro el último día que pasamos en Asturias y...... para qué seguir. Hemos hecho turismo sanitario: España a través de sus centros de salud.
Creo que mi ADN ha sufrido una regresión evolutiva, pues de unos padres que son probos ciudadanos amantes de la paz ha salido la réplica exacta de un guerrero de Taras Bulba, esos que comían carne cruda, en una suerte de atavismo o broma del karma. Mi otro hijo también se ha pegado sus castañazos, claro, y también conoce las urgencias del Materno; pero en una proporción como de cinco a uno. Porque, si no, no lo hubiera resistido. Que una tiene el corazón muy chico.
Mientras meto el traje de kárate en la lavadora, antes de que se vaya andando él solo a por churros, repaso mentalmente la nevera y constato que tengo un poco de todo y un mucho de nada, condición perfecta para hacer un plato de aprovechamiento de los que tanto me gustan y tan virtuosa me hacen sentir. Arroz. Hace mucho que no hago arroz. Cuando mi hermana me habló de esta receta, admito que no sonaba muy prometedora. Parecía una de esas que salen en ciertas revistas de cocina de ni chicha ni limoná, sin carne ni marisco ni nada que les dé vidilla, hecha con toda la mala pipa del mundo. Pero la probé en su casa y me encantó. No, no es sosa. No, no es triste. Es rica y llena de sabor. La recomiendo encarecidamente. Yo utilizo arroz Sabroz, porque es mucho más fácil cogerle el punto y hasta se puede volver a calentar en el horno si sobra, postura que defenderé aunque los puristas pidan mi cabeza. Además, sale muy cremoso. No es como el arroz vaporizado, que se puso de moda unos años, y a nuestras madres les dio por hacer paella con él, más seca que un ripio. ¿A que sí? ¿A que os ha tocado comerla alguna vez? Para mí es un recuerdo ligado a los años 80, como la gomina y como las hombreras, y aquellos pendientacos como los del tesoro del Carambolo...
Ingredientes:
- 500 ml. de agua
- 350 gramos de espinaca en hojas
- Una pastilla de caldo vegetal
- 70 gramos de aceite de oliva virgen extra
-100 gramos de cebolla
- Un diente de ajo
-150 gramos de berenjena troceada
-280 gramos de calabacines troceados
-50 gramos de zanahoria en rodajas
- Dos corazones de alcachofa en cuartos
-100 gramos de coliflor en ramitos
-Un tomate maduro troceado
- 350 gramos de arroz
- 350 gramos de arroz
- Sal y unas hebras de azafrán.
-Agua hasta completar 800 gramos
-500 gramos de pollo troceado (opcional, para hacer plato único)
En Thermomix:
Si vamos a usar el pollo, se trocea y se fríe, reservándose.
Poner el medio litro de agua en el vaso 6 minutos, Varoma, vel. 1. Añadir las espinacas y el cubito de caldo, 15 minutos, Varoma, vel. 1. Dejar enfriar, triturar y reservar en un bol. Poner en el vaso el aceite 3 minutos, Varoma, vel. 1.Añadir la cebolla y el ajo, 4 minutos, Varoma, vel. 3 1/2.
Añadir las berenjenas, el calabacín las zanahorias y las alcachofas y poner 7 minutos, Varoma, vel. 1. Añadir la coliflor y el tomate, mezclar un minuto, vel. 1. Agregar el arroz y programar 3 minutos, Varoma, vel. 1. Comprobar el peso del puré de espinacas y añadir agua hasta 800 gramos. Poner en el vaso junto con la sal, el azafrán y el pollo, 15 minutos, Varoma, vel. 1. Si usamos Sabroz hay que tener en cuenta que tarda en cocer unos 5 minutos más. Dejar reposar y servir.
Para hacer por el método tradicional, ponemos a hervir el medio litro de agua en un cazo con las espinacas y el cubito, unos diez minutos. Dejamos enfriar, pasamos por la batidora y apartamos.
Ponemos el aceite en la paellera y sofreímos en él el pollo, que apartamos, y luego el ajo y la cebolla picados. Se añaden las verduras y se sofríen. Después se sofríe el arroz. Pesamos el puré de berenjenas y añadimos agua hasta 800 gramos, y la añadimos a la sartén con la sal, el azafrán y el pollo. Dejamos cocer 15 minutos (18-20 si es Sabroz), se tapa y se deja reposar.
Y nos sale un plato tan fantástico como éste.... Por cierto, que hoy se me iba el niño a un partido de fútbol, así que me voy a verificar si tenemos Réflex, Betadine, y si están localizadas las tobilleras. Que no nos pase ná...
Feliz semana a todos.
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