Estoy paseando al Curro a esa hora en que se escucha un ruido peculiar, el de las mochilas de ruedas de todos los niños que entran al colegio de enfrente, con diversos grados de entusiasmo, precediendo o escoltando a sus respectivas madres en grupo. No puedo evitar retroceder mentalmente, por un momento, a aquellos agotadores y maravillosos años. Y aquí viene el flashback. A veces terminaba más temprano de trabajar y me subía al colegio, un poco antes de que salieran los niños, a sentarme en un poyete en el jardín, tomando el sol y leyendo un libro o una revista. Al poco, empezaban a llegar, una a una, las componentes del selecto Club de Madres de las Pipas, que se sentaban cerca de mí. Llegaban y daban la señal: sacaban sus respectivos cartuchos y se ponían a comer (tirando las cáscaras al suelo) y a arreglar el mundo, empezando frecuentemente por cortarles un traje a medida a todas las conocidas urbi et orbe. Otra introducción solía ser alguna variante del tópico "pues yo, más". Verbigracia:
-Cómo va pasando el curso.... mi niño ya va leyendo por la letra "f".
-¿Por la "f"?- terciaba otra. Uuuuuy, pues yo al mío lo puse con el cuadernillo y va ya por la "h". Ya sabe leer "haba", "hiba" (sic: verídico) y "hubo". Claaaaro, que cada niño tiene un ritmo diferente. (Traducción entre líneas: el mío es listísimo y el tuyo es un mendrugo)
-"Hiba" no creo yo que haya podido aprender, nena, porque "iba" se escribe sin "h". A ver si te van a tener que sentar con tu niño a aprender las letras. Ja.Ja.Ja. (Pedazo de taruga). Además, hay que respetar el ritmo de la clase, y dejar a los chiquillos que jueguen también un poco (y no salgan un Pepito Cabeza Gorda como el tuyo)
- Pues hija, si el mío da para más, yo lo estimulo tooooodo lo que pueda. Hay que exigirles el máximo de lo que puedan dar (Inciso: hablamos de segundo de Infantil. Cuatro años) Y desarrollarles la psicomotricidad fina. Eso es fundamental.
- Pues sí, desarróllale la psicomotricidad fina, bonita. Y de camino, la basta, porque el otro día tu niñooooo ( aquí boca en forma de culo de pollo) le metió un empujón al míooooo (ídem) que le volcó todo el batido de chocolate encima del polo. (A ver si le enseñas maneras a ese pedazo de carne bautizada que te has molestado en parir).-Ja.Ja.Ja. Ay, qué arte tienes (te va a dar el sol con un colador, vida mía). (En este punto, el goteo de colmillos forma un charquito en el suelo)
A continuación solía retransmitirse un capítulo de la sección "Poner a caer de un burro al equipo docente y personal administrativo".
- Yo no sé este colegio, que ya no es lo que era. Las maestras son unas petardas que "nos" matan a deberes. Y los criterios que se ponen para admitir a los alumnos..... Aquí entra "cualquiera" que vaya de recomendado, como ésta que era amiga de....
En ese momento siempre había alguna que le daba un codazo a la otra y le susurraba audiblemente, en referencia a mi humilde persona:-¡Q
Y allí seguía yo, con mi cara de haba, haciendo ver que leía mi revista y divirtiéndome horrores. Pero horrores. No sabéis los ratos tan buenos que depara pegar la oreja a las conversaciones ajenas. En los sitios públicos, claro, que es donde te dejan.
Creedme. Se han urdido más intrigas en la salida de los colegios que en los cónclaves del Vaticano del siglo XV. Se comenta, se critica, se compara... Durante algún tiempo, recuerdo que el tema estrella era El Niño Que Se Tragó Tooooda La Tinta Del Boligrafo. Uno de los hijos de esta vuestra servidora, dicho sea de paso. Cuando me avisaron, encontré a mi niño sentado en la portería, con toda la cara y la boca jaspeada de un bonito azul intenso, amén de un cabreo importante por el pitorreo que tuvo que soportar. Me costó varios días e innumerables lavados con agua oxigenada rebajada devolverle a su piel y mucosas color de niño humano en vez de figurante de "Avatar". Como desconocía la cantidad exacta de tinta que se había bebido, y el bolígrafo era de los chinos, llamé al Instituto de Toxicología para informarme de las medidas profilácticas a adoptar. Me dijeron que no le diera nada que tuviera grasa en las siguientes horas, pues al parecer hace absorber la tinta, y me preguntaron, con notable diplomacia, si mi hijo tenía algún "problema de inteligencia". Me erguí como una cobra real a la que le pisan el rabo y le contesté a mi interlocutor, con cierta frialdad, que, en efecto, así era, pero no del tipo que él "suponía". No voy a ofrecer datos concretos al respecto. Lo único que os diré es que dispongo de información fehaciente de que mi niño, tonto, precisamente, no es. De hecho, en mi casa, como dice mi suegra, no encuentras un tonto para un remedio. Y perdonadme la inmodestia; aunque ella, claro está, se refiere a su parte alícuota de ADN. Y un niño que es listo y encima está aburrido es una amenaza letal para su entorno. Eso es algo que los padres aprendemos muy pronto. Ya os contaré otro día alguna de las trastadas más destacables que me jugaron, aunque muchas se han borrado piadosamente de mi memoria, como los recuerdos traumáticos que son....
Vuelvo al presente, trayendo para casa al Curro, que ése no me da un ruido, el animalito. Contemplo a todas esas madres de niños pequeños con una mezcla de nostalgia y conmiseración, por todo lo que aún les queda por pasar. No os queda ná.
Vamos a preparar una comidita apañada y tiro de una receta que es un clásico en casa y que está sacada del imprescindible "1080 recetas de cocina", de Simone Ortega, aunque algo tuneada, como es de rigor. Para ello necesitamos:
-Un kilo y medio de cinta de lomo en un trozo.
-Un litro de leche. Yo la uso entera.-Sal.
-30 gramos de manteca de cerdo.
-4 dientes de ajo sin pelar. Yo los pelo, porque no los desecho después.
-4 granos de pimienta negra, o un pellizco de pimienta molida. Yo pongo más ajo y más granos de pimienta. Nunca averigüé si aquí "cuatro" es una cifra promedio, o elegida al azar, o tiene algún significado en la Cábala. Para mi, es insuficiente. Recurro a la medida materna infalible de "unos pocos de cada uno". Seis, ocho, diez. Depende del paladar de los comensales, más o menos cañero.
-Un chorro de buen vino blanco.
-Una hoja de laurel.
Ponemos la manteca a derretir en una cacerola donde quepa la cinta de lomo. La doramos por todas partes y la rociamos con la leche, añadiendo la sal, los ajos y la pimienta. Dejamos cocer a fuego lento unas dos horas, dando la vuelta de vez en cuando. Si, pasado este tiempo, la salsa no ha espesado mucho, sacaremos la carne y dejaremos reducir la salsa otro poco. Por cierto, si veis que la de la foto es muy espesa, es porque en casa la servimos fría y se queda cuajada, no porque tenga que quedar así necesariamente. Una vez fría la carne, se trincha. Doña Simone le quita los ajos y la pimienta, y pasa la salsa por un colador. Yo no. Yo paso todo por la Thermomix, y la salsa queda perfecta. Pero es que yo soy menos fina. Qué le vamos a hacer.
Las patatas, fritas o al horno, son su acompañamiento natural. Unas judías verdes o unas alcachofas salteadas con unos taquitos de jamón tampoco van nada mal.
Feliz semana a todos. Definitivamente, no todo tiempo pasado fue mejor...... o no en su totalidad.
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