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jueves, 4 de octubre de 2018

PATE DE TOMATES SECOS Y ALMENDRAS

Queridos amigos, aquí ando, muy entretenida con dos juicios que tengo el lunes próximo con quince minutos de diferencia entre ambos. De hecho, tan entretenida estoy que he olvidado publicar el miércoles y voy con retraso (perdóóón) Los juicios no son en el mismo juzgado, ni en la misma sala de vistas, de manera que me va a tocar correr de un sitio a otro cual pollo descabezado, por no emplear una expresión algo más castiza y bastante más grosera, preguntando al agente de uno y de otro juzgado que por qué hora van y que he aparecido y que no empiecen sin mí, que de un momento a otro me van a llamar para el otro. Porque luego tus señorías te riñen mucho, ignorando el hecho de que las vistas siempre llevan retraso, y no por tu culpa, y de que una, con todo su talento, todavía no ha aprendido a bilocarse como sor María Jesús de Agreda, que se les aparecía a los indios y a los españoles al mismo tiempo. De verdad que sale una de las vistas como si la hubiera arrollado un tractor. Nada de esto sospechaba yo cuando iba con mis compis de facultad a ver juicios. En principio cualquier persona puede asistir como público, si el juez no decreta que sea a puerta cerrada. Y es que ver juicios, también según cuales, es más entretenido que ir al cine. Y encima gratis. Una vez asistimos a una vista en la que habían matado a un hombre y tirado el cuerpo a un contenedor de la basura. Preguntado uno de los interfectos por el fiscal: "¿No es más cierto que usted , en compañía de X, apuñaló hasta la muerte a Z, procediendo luego ambos a arrojar el cadáver a un contenedor para ocultar su muerte?, contestó muy indignado: "¡MENTIRA! ¡Su Señoría-usté, eso es mentira! ¡Nosotros a él le GUANTEMOS, pero no le PEGUEMOS"!  Queriendo decir, en su santa indignación, que algo le habían currado y que alguna colleja con la mano abierta se les había escapado, pero que ellos qué iban a matar a nadie. Por Dios. El juez no pareció muy impresionado por esta declaración y de la sentencia, no nos enteramos, pero les debió de caer un paquete importante. Esos son los juicios de batalla, cuando el muerto no se hace famoso, y luego están los juicios mediaticos, esos de cuando ibas a trabajar y te encontrabas una cola de gente, con importante mayoría de jubilados, en la puerta del Miramar como si fueran a un concierto de Shakira, a golismear todo lo que ocurría y a increpar a los acusados. Y si no les tiraban huevos podridos, era porque no les dejaban. Me preguntaron a veces mis conocidos que por qué yo, que los tenía a pie de obra, no iba a verlos, y a sumarme al escarnio popular, pero, sobre ir siempre corta de tiempo,  a una nunca le ha apetecido ejercer de sans culotte y arremangarse a pregonar a los condenados a la guillotina... En cualquier caso, los juicios, mediáticos o no, dan mucho que hacer, como compruebo a diario en carne propia, y un trabajo añadido, y no pequeño, es tener que lidiar con demasiada frecuencia, no con el personal del juzgado, no con el juez, no con tu procurador (que también), sino con tu propio cliente. Porque hay clientes estupendos, clientes cinco jotas agradecidos, colaboradores y que te pagan religiosamente,  (los menos), y luego están:
1) Los que cambian de opinión cada dos por tres,  "Puedo poner también que.... y que quites lo otro que te dije y le añades de aquí y de allí...?" Mira, guapi; que esto es una demanda, no una blusa que le metes del dobladillo y le sacas de la sisa ¿Quieres también que el día de la vista te traigan un bocata de jamón? Por un poner.
2) Los desagradecidos tipo "pos la abogá de mi amiga Pepi le consiguió una pensión muuuuuncho más grande",
3) Los que te escamotean.información importante, o directamente mienten cada vez que abren la boca  Y:
4) Los que no te pagan (legión). 
El particular de las mentiras es terrible. Se supone que uno no le debe mentir al abogado o al médico. Un clásico de la trola es cuando le preguntas a tu patrocinado si tiene antecedentes penales y de qué tipo, porque si no los tiene te da mucho juego en ejecución de sentencia, y te dicen aquello de:
-Nooooo, señora. A mí ni me han detenido por saltarme un semáforo, palabrita del niño Jesús y que me caiga muerto aquí mismo si miento.
Antes me lo creía y me llevaba unas sofoquinas horrorosas de última hora. Ahora, les sacas las dieciocho hojas del histórico-penal y les dices:
-Pues, mi querido Fulanito de cuerpo presente, con esto puedo yo alicatar dos cuartos de baño. ¿Por qué se le ha pasado a usted por alto mencionarme que ha acumulado un total de cuarenta y cinco detenciones, y que tiene catorce condenas por hurto y dieciséís por amenazas, resistencia a la autoridad y atentado?
-Ahhhh. Esooooo. Naaa, cuatro chalaúras de juventud ¿Eso no cuenta, verdá usté?
Esto es como cuando vas al endocrino y le juras por la salud de tu madre que no bebes, ni pruebas el azúcar ni las grasas, y que te haces doce kilómetros diarios, aunque te calces a diario dos botellas de Rioja y siete bocatas de chorizo pamplonica, y no te levantes del sofá más que para atender imperativos fisiológicos mayores. Ay, de verdad. Qué cansancio.
Hoy pongo una receta, convenientemente adaptada, que encontré en una revista cuyo nombre siento no recordar, bajo la advocación de sobrasada vegana. Con ese nombre el invento parece de todo menos bueno, pero sale un paté muy sabroso, que dura mucho en la nevera  y que es una opción estupenda para no desayunar embutido cada mañana. Y más fácil no puede ser. Ahí va:
-250 gr. de tomates deshidratados.
-100 gramos de almendras crudas.
-Un puñado de albahaca fresca, y/o otras hierbas al gusto.
-Un diente de ajo.
-Aceite de oliva a cascoporro.
No necesita sal, los tomates ya llevan.
Se ponen los tomates a rehidratar en un bol con agua y las almendras en otro. Pueden dejarse unas cuantas horas, hasta que se vea que han ablandado, o se pueden meter al microondas tres minutos a potencia máxima.  Esto vale sólo para los tomates, no para las almendras, que deben estar en remojo al menos cuatro horas, o la noche anterior. Simplemente porque así se ablandan y el paté se liga mejor. Escurrimos ambas cosas y las ponemos en el vaso de la Thermomix o una batidora potente que tengamos y añadimos el ajo y la albahaca. Trituramos y vamos echando chorritos de aceite hasta que veamos que se nos hace una pasta fácil de untar. Sin susto. Se pone en la nevera en un tarro, donde nos puede durar semanas. Sano, rico y a prueba de tontos. Que no lo sois, por supuesto.

Y a por el día. Ya tenemos energía para lo que nos echen. Yes, we can!
Feliz semana para todos...

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