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domingo, 8 de septiembre de 2019

TARTA DE CREMA Y CEREZAS. Os juro que no engorda

 Querido diario:
 Es el primer día laborable de septiembre; lunes. Encima. Mi marido aún tiene vacaciones y yo no: le odio. Me levanto de la mesa del desayuno, sabiendo que no puedo postergar más lo inevitable. Me siento y lloro un rato en el sillón por el paraíso perdido; luego me arrastro hasta el despacho y enciendo resignadamente el móvil. A ver, que yo a estas alturas no puedo pretender otra cosa, y no me vengáis con que el trabajo es salud, ¿quién dijo semejante chorrada? Y bueno, luego que pasas el tironcillo del rato malo, pues te vas amoldando. El síndrome posvacacional, gracias a Dios, nunca me dura más de media hora.  En realidad, tampoco he aterrizado tan de repente, tuve una guardia el día 26 de agosto y otra el 31. El resto del mes, excepto la semana de Londres, pienso que lo he desperdiciado no haciendo el vago lo suficiente. En lo que respecta al viaje, tan pronto aterrizamos en Gatwick y pasamos los controles me sobrevino un furibundo ataque de hiperactividad que me duró toda la semana. ¡Veintidós grados! ¡Manguita larga! En cuanto llegué a los jardines de Kensington y vi todo ese verde maravilloso extendiéndose frente a mí me tiré al suelo de pura felicidad. A las seis de la mañana, como amanece allí tan pronto y no hay una persiana para un remedio, estaba ya sentada en la cama con los ojos como platos esperando que se me despertaran. He arrastrado al exhausto pack marido/hijo por todo el centro de Londres, Westminster, la Torre, Oxford, los Cotswolds (qué belleza de comarca), y cuanta librería, tienda de té, gran almacén, museo y tienda de museo se me puso a tiro, mientras yo iba siete metros por delante cual conejito maníaco de Duracell. Ya el sábado, en el mercadillo de Portobello Road me pidieron clemencia y les dejé sentarse en un parque, pobres míos, mientras yo iba de un puesto a otro presa de un furor consumista sin precedentes.
 - ¿Dónde piensas llevarte TODO ESO? 
(Entiéndase por "todo eso" una selección importante de: libros, -algunos- latas de té, (muchas) y de galletas (buenooooo....) una tetera y varias tazas de té, además de especias hindúes varias y otros objetos diversos. Añádase que sólo llevábamos equipaje de mano)
-No sé. Ya veremos. Seguro que cabe. Además, podemos llevar cada uno una bolsa del duty free.
El día de la partida conseguimos finalmente cerrar las maletas, después de sentarnos todos juntos encima de cada una, tras meter toda la mandanga repartida entre ellas. Llegamos al aeropuerto. Mi maleta no salía del control. Empecé a temerme lo peor. Finalmente salió, por otra línea distinta, y me la trajo un fornido empleado de seguridad, con el que mantuve, en un satisfactorio inglés de los Montes de Málaga la siguiente conversación:
-Buenos días. Your case. Pesa mucho 
-Buenos días. Mire usted, sí que pesa mucho, pero si me la hace usted de abrir, luego a ver si tiene las narices de cerrármela, buen hombre.
- Lo siento, madam, pero sí que la tiene que abrir. Usted lleva líquidos en la maleta.
-¿¿¿Líquidos en la maleta??? Qué voy a llevar, hombre. Mire. Una tetera envuelta en dos jerseis para que no me casque. Tazas. Especias hindúes. Lo normal de una maleta, vamos.
- No, señora. Me refiero a esto (sacando un tarro de mermelada hipermegapija de Fortnum&Mason)
-Mire usted ¿y desde cuándo la mermelada es líquida?
-Desde que lo dice la máquina, madam. Unfortunately, tiene usted que dejarla aquí. No mermelada, no sabe cuánto lo siento.
-Pues para usted la mermelada, hombre. Sí mermelada ¿Podemos cerrar ya la maleta?
-Certainly, madam. Espero que lo logre. Que tenga usted buen viaje.
-Y usted buenos desayunos. A más ver.
Oye, y se quedó riéndose, el capullo. En fin, luego me resarcí en el duty free, para acabar de gastarme las libras. Y sí, te dejan pasar también una bolsa a cada uno. Una bolsa muy pero que muy grande. Para rematar, en la sala de embarque se empeñaron en que yo no podía embarcar porque en mi DNI pone que mi nombre es María Rocío (qué le vamos a hacer) y en la tarjeta de embarque Rocío a secas.
-You are not the same person. Your name is different. You are not Rocio, you are Maria.
-Maria tu madre, me vas a decir tú cómo me llamo a estas alturas My name is Rocio. In Spain, all women are Mary -Something. En España todas Maria Algo. Que no te enteras, hombre.
Lo de Mary Something pareció dejarle algo perplejo durante varios segundos. Le veía pensar, literalmente. Luego, en vista de la cola que se estaba formando a mis espaldas, y que amenazaba con un motín, dio la explicación por buena, me dijo ok y nos dejó embarcar de una puñetera vez. Qué cansino, por Dios.
La receta de hoy es para hacer una reentrée a lo grande, para ponerse vacaburra antes de comenzar la dieta de comienzo de curso. Como Dios manda.
Para la buttercream:
-200 gramos de azúcar glas tamizada.
-125 gramos de mantequilla sin sal a temperatura ambiente.
-250 gramos de queso tipo Philadelphia
-6 hojas de gelatina
-40 ml. de leche entera.
-Unas gotas de esencia de vainilla o de almendra.
Ponemos la leche en un cuenco y en ella hidrataremos las hojas de gelatina hasta que se ablanden. Batimos la mantequilla con el azúcar hasta que blanquee. Calentamos la leche con la gelatina, añadimos la mantequilla, el queso y la esencia y lo batimos todo junto. Lo dejamos unas horas en la nevera, hasta que tome cuerpo.
Para el bizcocho:
-250 gramos de mantequilla.
-250 gramos de azúcar
-250 gramos de huevo pesado sin las cáscaras.
-250 gramos de harina de repostería.
-10 gramos de levadura.
-Una pizca de sal.
-200 gramos de cerezas, más otro puñado para adornar.
-Un tarro de mermelada de cerezas.
-Almendra laminada y tostada.
-Azúcar glas para adornar.
Las cerezas (los 300 gramos en total) se deshuesan y se maceran previamente durante 24 horas en un cuenco, junto a un buen chorro de licor de cerezas y azúcar a tutiplén. Con el líquido haremos un almíbar flojito. También se pueden comprar cerezas en conserva y ahorrarse el paso.
Se precalienta el horno a 180º.
Para el bizcocho, batiremos la mantequilla con el azúcar hasta que blanquee y luego añadiremos los huevos de uno en uno. Después se irá añadiendo la harina cernida, la levadura y la sal, y se bate hasta integrar. Añadimos las cerezas, previamente pasadas por harina. Engrasamos un molde redondo, añadimos la masa y a hornear durante una media hora. Vamos pinchando y cuando la aguja salga limpia, apagamos, desmoldamos, ponemos en rejilla y dejamos entibiar el bizcocho..  Lo cortamos con un hilo o un cuchillo de sierra por la mitad. Pintamos cada disco de bizcocho con el almíbar y lo cubrimos con una buena capa de buttercream. Aquí no hay miserias. Volvemos a componer el bizcocho. El resto de la crema lo mezclamos con el bote de mermelada y cubrimos todo el bizcocho con ella, reservando un poco para adornar.. Cubrimos los laterales con almendra laminada y también por el filo de la parte superior. Con la manga pastelera y la crema reservada haremos un círculo y para terminar adornamos al gusto con las cerezas que hemos reservado y más almendra, y espolvoreamos con azúcar glas. Sale una aberración nutricional riquísima y vistosa.

Una es guapa sin photoshop, no creáis...
Encima, ahora me toca hacerme la analítica, pero como aún no he encontrado al endocrino de mis sueños, ese que me deje comer fabada y queso,  me apañaré el colesterol con unos chupitos de agua de alpiste, para que consigan extraerme algo de plasma sanguíneo de entre él. Difícil, muy difícil.
Feliz semana a todos....

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